«Mi niña, niña mía»: memoria de luciérnagas
Natalia Menéndez dirige la obra escrita por Itziar Pascual y Amaranta Osorio
Dos Europas separadas por más de medio siglo se unen en « Mi niña, niña mía », la obra de Itziar Pascual y Amaranta Osorio que se estrena el próximo miércoles en la Sala Margarita Xirgu del Teatro Español . Y se unen a través de dos mujeres, una actriz judía que hace teatro con los niños en el campo de concentración de Terezin y una entomóloga que estudia las luciérnagas, y que descubre de forma tardía que es una superviviente del Holocausto». Son, dicen las autoras, «dos luciérnagas que brillan en la oscuridad; dos mujeres que brillan a pesar de todo».
Ángela Cremonte y Goizalde Núñez son las dos intérpretes de «Mi niña, niña mía», una función que dirige Natalia Menéndez en lo que califica de «un trabajo lleno de detalles». Para ello ha contado con la colaboración de Luis Miguel Cobo (música), Álvaro Luna (videoescena), Elisa Sanz (escenografía y vestuario) y Juanjo Llorens (iluminación).
Confiesa la directora que cuando leyó el texto se sintió muy tocada por él. «Mi abuelo estuvo en un campo de concentración;él me enseñó la dignidad». La memoria es necesaria , continúa, «especialmente ahora, cuando los movimientos neonazis están creciendo en Europa». Y precisamente la memoria que tratan las autoras de mantener viva es lo que la ha llevado a la programación del Teatro Español, ya que es el leit motiv de la temporada, según Carme Portaceli, su directora. « El horror nos sacude porque se refiere a lo que hoy está pasando –explica Natalia Menéndez–, porque sentimos que debemos ayudar, hacer algo, provocar la luz ante tanta oscuridad. Vemos imágenes de niños asustados, desorientados, hambrientos, con humo en la boca, sin zapatos, flotando en los mares, hacinados en trenes, huyendo en caminos, sin nada... Y no sabemos qué hacer».
A pesar de la terribilidad de la historia, tanto las autoras como la directora aseguran que «Mi niña, niña mía» es una función «luminosa;con luz y esperanza». Y en esa luz juegan un papel simbólico las luciérnagas , insectos que brillan por sí mismos, y que precisan de un ambiente limpio para subsistir. «A la actriz el teatro le salvó la vida, como a mí –dice Natalia Menéndez–;y me la salva porque abre ventanas, puertas. Cuando vi que una de las protagonistas era una entomóloga no conocía su mundo, y me he encontrado con un universo fascinante ».
Historia de mujeres contada por mujeres, «Mi niña, niña mía» no solo habla del horror de los campos de concentración y «sus luciérnagas». «También habla de cómo los seres humanos tratamos a los más pequeños, a los más débiles. Habla de saber mirar y escuchar . De lo que se ha silenciado. Yhabla también de que la actitud transforma», concluye la directora.
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