'¡Nápoles millonaria!', sobrevivir en tiempos de guerra

El Teatro Español estrena una nueva producción de una de las obras maestras de Eduardo de Filippo

Elisabet Gelabert y Roberto Enríquez, en una escena de la obra Jesús Ugalde
Julio Bravo

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En el mundo del teatro italiano no hace falta más que referirse a Eduardo para que todo el mundo sepa que de quien se habla es de Eduardo de Filippo , una de las figuras fundamentales de la escena transalpina e internacional. Sus comedias palpitantes, sabrosas, humanas, empapadas del polvo y del sudor de los escenarios en los que se críó y en los que vivió durante toda su vida, le convierten en uno de los autores imprescindibles del teatro del siglo XX. Una de sus principales obras es '¡Nápoles millonaria! ', estrenada en el Teatro de San Carlos de la propia capital de la Campania italiana el 15 de marzo de 1945, que él mismo llevó al cine cinco años después y que, junto a Nino Rota , convirtió en ópera en 1977 (su estreno se produjo en el Festival de Spoleto de aquel año). En España, sin embargo, no se representó de manera profesional hasta hace siete años, cuando la estrenó la compañía Teatro del Laberinto, con dirección de Francisco Vidal .

Ahora la pone en pie el Teatro Español , con una adaptación de Juan Carlos Plaza-Asperilla dirigida por Antonio Simón e interpretada por un elenco que forman Roberto Enríquez, Dafnis Balduz, Elisabet Gelabert, Nuria Herrero, Raúl Prieto, Óscar de la Fuente, Fernando Tielve, Lourdes García, Rocío Calvo y José Luis Torrijo.

Situada en los años que rodean al final de la segunda guerra mundial en Europa, cuenta la historia de una familia napolitana encabezada por Amalia y Genaro , su marido, que durante los tiempos de la contienda ha sobrevivido gracias al estraperlo.

«Nápoles, 1942, una ciudad como tantas otras en donde también se libra la guerra entre la dignidad y la miseria -dice Antonio Simón-. ¿Quién en condiciones de supervivencia tan duras no se deja persuadir por la miseria material y moral? ¿Cómo se puede sostener y soportar una vida siempre amenazada por el fascismo, los bombardeos, el hambre, la pobreza, la enfermedad, la carestía de lo más primario? Y todo ello como en un momento de vitalidad desesperada y amor hacia la vida, dentro de la tragedia inherente a la existencia en tiempos de guerra, de posguerra, de epidemias. Una exaltación del juego, la poesía, el humor. La ética personal personificada en Genaro-Eduardo. Como todos los grandes cómicos han sabido, la escasez material es el guion de la verdadera comedia».

«'Si una idea no tiene utilidad ni significación social no me interesa', son palabras del propio Eduardo -sigue el director-. Es una obra que busca recomponer lo roto , la familia rota, el barrio, la ciudad, el país; que busca dar dignidad a un pueblo que ha sufrido mucho. Es una obra que aporta valores, debate, maneras de ver el mundo y la vida en unos momentos en que el miedo, la escasez y la miseria son lo habitual. Eso la conecta con nuestra época llena de incertidumbre y miedo. Tiene un gran componente ético, alejado del cinismo imperante en cierta posmodernidad, pero con una sutil inteligencia irónica y satírica sobre su sociedad. Es una obra eminentemente popular con toda la fuerza vital que eso comporta».

«El de Eduardo -concluye Simón-es un gran teatro lleno de sabiduría y humildad, humor, poesía ; que te agarra porque es como nuestras pequeñas vidas, pero que por serlo son grandes cuando dejamos salir lo mejor de nosotros».

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