CRÍTICA DE TEATRO
«Monta al toro blanco»: Europa en descomposición
El teatro Kamikaze presenta la obra de Íñigo Guardamino, con Sara Moraleda, Rodrigo Sáenz de Heredia, Fernando Sainz de la Maza y Gemma Solé
Es difícil no dejarse envolver por la escritura singular y heterodoxa de Íñigo Guardamino , una de las voces más atractivas de la nueva dramaturgia española, y que hasta ahora se ha dejado escuchar en las catacumbas del bullente « off madrileño ».
Guardamino desmonta sus textos en un puzzle que se va completando en el escenario -y en la mente del espectador- conforme va transcurriendo la función. Eso hace en «Monta al toro blanco» , un sugestivo texto que habla de Europa y su degradación, de inmigración, de intolerancia, de política e intereses: de la condición humana, al fin y al cabo (la columna vertebral del teatro ).
Entreteje las historias Guardamino para ir envolviendo como la hiedra al espectador . Y lo hace con un humor que viaja de la sutileza a la negrura, con un irónico distanciamiento que produce en el público una incómoda comezón ; se sale del espectáculo con una extraña sensación de no haber entendido nada y haberlo entendido todo. Es culpa de la dispersión de sus historias y la volatilidad del relato.
Íñigo Guardamino, como ocurre habitualmente, dirige también esta historia. Su pulso como director no es parejo al que tiene como director; sobra el irrelevante prólogo y son mejorables las transiciones, que zancadillean el ritmo del relato. Cuenta, sin embargo, con cuatro magníficos cómplices, los cuatro actores - Sara Moraleda, Rodrigo Sáenz de Heredia, Fernando Sainz de la Maza y Gemma Solé -, que defienden con convicción sus diferentes papeles y se sumergen con valentía en el magnético universo del autor.
