Una de mochufas
Hay actores (muy pocos, eso sí), que tienen la rara habilidad de conseguir que todos los personajes que interpretan se parezcan a ellos, y que el espectador, al verlos, tenga la sensación de que se han escrito para ellos. Miguel Rellán es uno de esos actores. Sin darse importancia (él es de los que entra en escena como usted y yo entramos en nuestra habitación), sus encarnaciones son una verdadera lección de verdad y naturalidad.
«Los asquerosos», la función que actualmente interpreta junto a Secun de la Rosa en el Teatro Español, es buena prueba de ello. Interpreta Rellán a un hombre «normal y corriente» que, ante un mal paso dado por su sobrino Manuel, se convierte en encubridor y consejero. Y Rellán lo hace con tanta eficacia como talento, con tanta sinceridad como falta de afectación, con tanto oficio como artesanía.
Ciertamente, la función que lo envuelve le ayuda. «Los asquerosos» es una adaptación de la exitosa novela homónima de Santiago Lorenzo, publicada hace algo dos años. La han llevado a escena Jordi Galcerán y Jaume Buixó, lo que en principio es una garantía de calidad. No defrauda; se trata de una función divertidísima, intrigante, entretenida, en la que los adaptadores han respetado el intrincado lenguaje empleado por Lorenzo en su novela. Cuentan para ello con la inestimable colaboración tanto de Rellán como de Secun de la Rosa, que logran que los vericuetos y las curvas lingüísticas que les proponen a lo largo de la función suenen con absoluta naturalidad.
Cuenta «Los asquerosos» la historia de Manuel, que para evitar la cárcel por un ataque a un policía busca refugio en un pueblo abandonado. Su única conexión con el mundo es el teléfono móvil a través del que se comunica con su tío. Hasta que llega al pueblo una familia creciente a la que Manuel bautiza como «los mochufas». «Los asquerosos» habla de la alegría de la soledad, del encuentro (necesario) con nosotros mismos, de la felicidad de la sencillez. Todo ello con una historia narrada casi como un thriller (la música de Miguel Malla contribuye a este ambiente)
David Serrano plantea (con una eficaz e imaginativa escenografía del siempre magnífico Alessio Meloni y la iluminación de Juan Gómez-Cornejo y Pilar Valdelvira) una puesta en escena clara, siempre al servicio del texto y de los actores. De Rellán ya se ha hablado; de Secun de la Rosa, decir que no pierde el paso de su compañero en ningún momento.
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