CRÍTICA DE TEATRO
«El mercader de Venecia»: cuestiones de sangre
Eduardo Vasco dirige la versión de la obra de Shakespeare, con Arturo Querejeta como protagonista
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Pese a sus momentos de gravedad no es tragedia pero tampoco del todo comedia « El mercader de Venecia », una obra que Shakespeare escribió entre 1594 y 1597 a partir de una historia recogida por el escritor italiano del siglo XIV Giovanni Fiorentino en «Il Pecorone». En ese ser y no ser equilibrado magistralmente nos encontramos una diatriba antisemita que, a la vez, humaniza al judío y lo despide con un redoble de patetismo, cincelando en Shylock uno de los grandes caracteres del teatro universal; hay también una historia de amor y otra de amistad puesta a prueba que parece prevalecer sobre la anterior.
El mercader de Venecia (****)
Autor: William Shakespeare. Versión: Yolanda Pallín. Dirección: Eduardo Vasco. Escenografía: Carolina González. Iluminación: Miguel Ángel Camacho. Vestuario: Lorenzo Caprile. Intérpretes: Arturo Querejeta
Toni Agustí
El texto plantea además una perspectiva de cuestiones de sangre : el pulso entre la pretendida limpieza de la de los cristianos y la considerada sucia de los judíos, la sangre que traiciona a la propia sangre cuando Yésica abandona y roba a su padre, Shylock, para fugarse con el católico Lorenzo , y la sangre de Antonio , que el prestamista no deberá derramar al cobrarse la libra de carne que compense la deuda no satisfecha.
La versión de Yolanda Pallín , fluida y dinámica, potencia el tono de comedia y sirve a Vasco para poner en pie un espectáculo divertido, certero y profundo, que utiliza de manera formidable escasos elementos escenográficos, apenas una larga y estrecha tarima que igual es muelle que estrado judicial; magníficos la iluminación de Camacho y el vestuario de Caprile . La interpretación es en conjunto excelente, con sobresaliente para el hondísimo Shylock de Arturo Querejeta , que concentra la dignidad vulnerada del personaje y la hoguera de odio que crepita en su pecho.