CRITICA DE TEATRO
«A media luz los tres»: con Mihura a media luz, y tan ricamente
La comedia del dramaturgo madrileño se presenta en la terraza del teatro Galileo, en una velada gastronómico-teatral

Un verano más, la Terraza del Galileo se abre al teatro al aire libre, una cita estival asociada habitualmente al humor de Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura , quien este año repite presencia, pues el pasado se montó en este mismo escenario su comedia « Milagro en casa de los López ». « A media luz los tres », que fue su primer éxito importante, debería haberse llamado «Piso de soltero», pero a la censura le pareció que esa etiqueta inmobiliaria hacía imaginar cosas de lo más inmoral y prohibió el título. Se estrenó en el madrileño Teatro de la Comedia el 25 de noviembre de 1953, con la gran Conchita Montes asumiendo los diferentes papeles femeninos acompañada por Pedro Porcel , que encarnaba a Alfredo, el soltero propietario del piso tentador, y Rafael Alonso como su amigo Sebastián.
«A media luz los tres» (***)
Autor: Miguel Mihura. Adaptación: Rubén Tejerina. Dirección: Fernando Soto. Escenografía: Mónica Boromello. Iluminación: Esther Méndez. Vestuario: Lupe Valero. Músicos: Desvariétés Orquestina (Andrea Szamek y Scott A. Singer). Intérpretes: Fernando Cayo
Javi Coll y Pepa Rus. Terraza del Galileo. Madrid.
En la autocrítica que se solía publicar antes del estreno, Mihura explicaba que «A media luz los tres» es «una comedia de un hombre; de un hombre soltero a quien le gustan las mujeres y trata de conquistarlas empleando todos los recursos. Él cree que le gustan todas y eso cree también un amigo suyo; pero nosotros sabemos que no; que a los hombres no nos gusta nada más que una mujer, aunque sea diferente». Eso explica por qué todas las conquistas de Alfredo se parecen tanto físicamente y en aquella ocasión eran igualitas a Conchita Montes. Ahora es Pepa Rus , con una gestualidad y una voz muy versátiles, quien se multiplica en las diferentes encarnaciones femeninas, Fernando Cayo , el soltero conquistador, y Javi Coll , el amigo que lo visita con asiduidad. Tres cómicos excelentes que sacan buen partido de sus personajes.
Rubén Tejerina ha actualizado elementos y referencias, podado y añadido cosas y mejorado a mi juicio el chiste recurrente del donjuán, pasando del original «un burro es un caballo que no ha podido ir a la escuela» a «un burro es un caballo sin carrera». Permanece el humor levemente misógino del comediógrafo madrileño, aunque la puesta en escena de Fernando Soto ha acelerado el ritmo, variado el tono de la comedia hacia la farsa casi caricaturesca e introducido interacciones de los actores con el público. El espectáculo es divertido, dinámico, con multitud de guiños, pequeñas coreografías y hasta efectos de sonido, estos últimos a cargo de la competente Orquestina Desvariétés , compuesta por una violinista húngara y un acordeonista estadounidense que también se encargan de la música que salpica la función y el último de los comentarios que marcan las transiciones. A la fresca, con bebidas y raciones sobre la mesa, uno se lo pasa tan ricamente con este Mihura veraniego a media luz.
Consigue tus entradas en Oferplan