María Juncal traduce al lenguaje del baile flamenco «El diario de Ana Frank»
La bailaora canaria presenta su trabajo en el festival Flamenco Madrid
¿El diario de Ana Frank a ritmo flamenco? ¿Por qué no?, pensó hace ya casi una década la bailaora María Juncal . «Desde muy niña he estado muy sensibilizada hacia esa historia y el personaje de Ana Frank -cuenta-, que siempre me pareció muy valiente y representativo». El detonante para llevarlo a escena fue una versión de la historia en danza contemporánea que vio en México; «me pareció la señal definitiva para decidirme a contarla desde nuestro lenguaje».
Aquello sucedió en 2006. Diez años después , la bailaora puede presentar por fin en Madrid, aunque por solo un día -es la segunda vez que lo hace en España; la primera fue en Pamplona el pasado año-, «El encierro de Ana Frank», una obra estrenada en Holanda en 2012. «Para mí era importante hacerla en su casa y tener de algún modo el amparo de la gente que siente esta historia como propia y que la ha padecido en primera persona; a pesar de que había buscado en mis sentimientos más profundos con sinceridad y honestidad, yo tenía miedo de haber frivolizado a Ana Frank, tenía miedo de fallarle al personaje». La respuesta fue, cuenta, conmovedora. «Fue un aplauso solemne, que no acababa, y que yo traducía en muchas cosas. Escuchaba a la gente sollozar , como si les hubiera sacado un dolor que ellos no querían recordar».
De entrada, María Juncal tenía, explica ella misma, «que desvestirme absolutamente de esa bailaora de peineta, con la que estoy muy a gusto, para ser una niña vestida de uniforme , muy alejada de lo que es la estética y la estampa flamenca. Fueron muchos meses también de encierro buscando y experimentando, de escuchar la música que me iba mandando el compositor , y de encontrar el camino para contar la historia».
El espectáculo, explica la bailaora, «es una interpretación muy libre de lo que Ana Frank sintió allí dentro», basado en un sentimiento que es inherente a cualquier ser humano, sea de donde sea y se dedique a lo que se dedique: «el anhelo de libertad . Y ese anhelo lo tenía Ana, y aumentó con su encierro. Cuando al ser humano se le somete y humilla surge como respuesta su capacidad de soñar, de imaginar y recomponerse... Eso es lo que hacía Ana, y eso es hermosísimo».
La tragedia de la niña judía obligada a esconderse de los nazis junto a su familia y a otros judíos es también una historia de esperanza. «Es difícil verlo desde ese punto de vista cuando se conoce su horripilante final , pero trato de insuflar ese espíritu al personaje. Ana creía, quería ser artista, escribía un diario que era su conexión con el mundo. Lo que yo quería transmitir es lo que de universal tiene la historia de esa niña. Las víctimas no son de aquí o de allí; somos todos los seres humanos».
Sabe María Juncal que la traducción al flamenco de esta historia despierta en mucha gente escepticismo. «Algunos creen que voy a contarla con bata de cola. Pero el flamenco tiene hondura , tiene linaje, tiene profundidad, raíces y savia como para contar todo tipo de historias. ¿Qué no han visto los ojos de un flamenco que cantaba para evadirse del sufrimiento ? En esos momentos no hay tú y yo, no hay naciones ni razas... Y, desgraciadamente, es una historia tan vigente...»