Llega el «director de intimidad» a la ópera para controlar las escenas de sexo
Cada vez son más los teatros que contratan a estos especialistas para las escenas comprometidas de sus producciones
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El barítono estadounidense Michael Mayes afrontaba, en el prólogo de la ópera « Dead Man Walking », en el Teatro Real, la escena de una violación (la víctima era la actriz Diana Samper ); para prepararla, los dos contaron con la ayuda del director de escena, Leonard Foglia . En febrero de 2019, solo un año después, interpretó la misma obra en la Ópera de Atlanta, en Estados Unidos. Allí el trío -barítono-actriz-director- se convirtió en cuarteto; a ellos se sumó un «director de intimidad». «Se han convertido en parte del paisaje en Estados Unidos después del #MeToo -reconoce Mayes-; este año he vuelto a trabajar con uno en Boston, en la producción de “Pagliacci” que dirigió David Lefkowich ».
La ópera es el último de los campos a los que ha llegado una figura que empieza a ser habitual en los estudios de televisión y en los escenarios estadounidenses. En Europa, solo Gran Bretaña ha adoptado la idea; hace tan solo unas semanas los directores de cine y televisión de este país publicaron una guía con una serie de orientaciones para la dirección de escenas con desnudos y sexo simulado . «Todos merecen el derecho de sentirse seguros en el trabajo: esto es válido tanto para una superproducción de Hollywood, una serie en el prime-time o un primer cortometraje», explicaban los redactores de esta guía. «A España esta figura no ha llegado -explicaba recientemente en una entrevista la actriz Anahi Beholi , secretaria de Igualdad de la Unión de Actores-, pero es interesante».
¿Qué es un director de intimidad?
Pero ¿qué es un «director de intimidad»? Se trata de una figura que interviene en rodajes y montajes «coreografiando» las escenas de contenido sexual o violento, con la intención de que los intérpretes se sientan cómodos con una situación que es, de por sí, muy incómoda. En Estados Unidos, Tonia Sina , Alicia Rodis y Siobhan Richardson -las tres actrices y directoras de lucha y movimiento escénicos- fundaron « Intimacy Directors International », que prepara a futuros profesionales de esta disciplina y trabaja en los campos del cine, la televisión y el teatro.
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« Frankie and Johnny in the Clair de Lune » fue, en mayo de este mismo año, la primera producción de Broadway donde trabajó un «director de intimidad». La actriz protagonista, Audra McDonald -con seis premios Tony, la más laureada de la escena neoyorquina- estaba preocupada por las escenas de amor y los desnudos, y los productores contrataron a Claire Warden , que en los últimos meses ha trabajado en otros cuatro montajes en Broadway y también en Gran Bretaña. «Creo que los directores de intimidad deberían estar siempre presentes -dijo Audra McDonald a Variety-. Durante las escenas de amor no sabíamos dónde estaban los límites y el director realmente no era claro en este sentido. Éramos los actores los que debíamos resolver la situación, pero sin comunicación, sin saber si el otro estaba o no cómodo. Eso con un director de intimidad se resuelve».
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Joan Matabosch , director artístico del Teatro Real, no cree que esta figura sea necesaria en los montajes operísticos. «Debe ser el director de escena el que cree con los intérpretes el clima de comodidad en las escenas que les resulten incómodas; hay ocasiones en que los cantantes pueden sentirse violentos, y es labor del director lograr pactos para que se desarrolle la escena de la mejor manera posible y sin incomodidades. Es una parte de su tarea: conseguir un clima de trabajo agradable y, repito, cómodo para todos. De lo contrario, es un pésimo director de escena». Es por tanto, según Matabosch, un acuerdo de tres -director e intérpretes- conseguir que una escena incómoda deje de serlo. «Y hay que sumar a este triángulo al director musical, que también tiene mucho que decir».
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Emilio Sagi , director de escena de la ópera « Il pirata », que actualmente se representa en el Teatro Real, se muestra completamente de acuerdo con Matabosch y cree que es labor del director de escena lograr esa comodidad que es la razón de ser de los «directores de intimidad». «Toda la vida lo hemos hecho así, y nunca he tenido el más mínimo problema. Los que pudiera haber los he resuelto hablando con los cantantes, que no nos olvidemos que son actores».
La directora Tamzin Townsend dirigió hace unos años la obra teatral «En la cama», donde los dos actores que la interpretaban estaban todo el tiempo desnudos o semidesnudos, y donde había escenas de sexo simulado pero muy explícitas. «Hice una coreografía muy marcada, y prácticamente desde los primeros ensayos los tres trabajamos sin ropa, para que se fueran acostumbrando».
Joan Matabosch y Emilio Sagi coinciden en señalar que no creen que en Europa vaya a calar la necesidad de esta figura. «No conozco ningún teatro europeo que la utilice», dice el primero. «Creo que hay un moralismo exagerado en Estados Unidos», añade Sagi, que recuerda que dirigiendo un « Don Carlo » en San Francisco hace unos años ya le pusieron un especialista en lucha para una escena en que uno de los personajes empujaba a otro. «Ya me pareció un disparate, como lo del “director de intimidad”».
Matabosch dice que, por ahora, ningún cantante le ha pedido un «director de intimidad»; ni siquiera los cantantes estadounidenses. «Es más; lo que me ha pedido alguno, precisamente, es que no lo ponga; dicen que no les dejan actuar con libertad . Los problemas de “comodidad” se resuelven con tiempo y ensayos, y eso es lo que me piden».
La soprano estadounidense Lisette Oropesa , que esta temporada cantará en el Teatro Real « La traviata » habla también de falta de libertad. «Un “director de intimidad” te la puede quitar al decirte que hagas esto o lo otro, porque muchas veces una escena de amor se ha de interpretar según la química que tengan los dos cantantes, y esa se tiene o no se tiene, independientemente de lo que te pueda decir ese “director de intimidad”». Aunque no ha tenido que trabajar con ninguno, reconoce la cantante que esta figura «sí haría falta en ocasiones. Hay escenas con besos o con situaciones de pareja íntimas, y necesitas sentirte cómoda. Yo he tenido suerte y he tenido colegas con los que me he sentido muy bien. Pero hay otros a los que no les gusta tocarse los labios, por ejemplo; pero para eso está el trabajo de los ensayos», concluye.