Limpiar nuestros rincones oscuros
Hace unos días ha pasado por Madrid « Clean City », la obra de Anestis Azas y Prodromos Tsinikoris que supone la última gran aportación del teatro griego al teatro europeo actual. En «Clean City» se ponen en el escenario vidas reales, la vida de cinco mujeres de la limpieza que, desde su calidad de inmigrantes, desentrañan la Grecia anterior a la crisis, la Grecia de la crisis y el rescate bancario y la actual Grecia de Tzipras. De cualquiera de ellas podíamos decir, recordando a Machado, que son capaces de helarnos el corazón. «Clean City» apunta a una tragedia social y a un drama personal, y sin embargo hay en ella demasiado humor, uno ríe y llora, se entusiasma y se desespera pero siempre desde un tono alejado de cualquier melodrama. La voz de estas mujeres señala las heridas de nuestra sociedad, de nuestro sistema y de nuestra visión del mundo con el mismo nivel de realidad con que realizan las tareas domésticas. Porque ellas saben mejor que nadie dónde están esos rincones llenos de basura de Grecia, las manchas de su política, las arrugas de su sistema social. Venidas de Filipinas, Albania, Bulgaria, Sudáfrica o Moldavia ponen al descubierto el trato racista, los abusos laborales, el acoso sexual como realidades que se esconden debajo de la alfombra para hacerlas invisibles.
Sus testimonios biográficos son impresionantes: historias de soledad, de hijos que lloran detrás de una pilastra al ser abandonados, de padres que no comparten la decisión de emigrar. Mabel Matchidiso, Drita Shehi, Fredalyn Resurrección, Rosita Pandalieva y Valentina Ursache encadenan sus soliloquios como quienes limpian el polvo a unas vidas que, lejos de sucumbir a cualquier forma de fracaso, aspiran y luchan por mantenerse en la dignidad. No es un elenco de actrices profesionales, y se nota, pero su falta de pericia interpretativa lo suplen poniendo toda su experiencia vital encima del escenario.
«Clean City» tiene una estructura dramática muy simple, es decir, profundamente desnuda sobre todo porque cualquier artificio que no potenciara estos relatos sería visto como una impostura. La narración de por qué decidieron partir y su llegada a Grecia, el mar tempestuoso de la crisis, y esta actualidad donde los hijos viven su propia experiencia de Grecia e incluso de la emigración viene salpicada de música, de canciones y de bailes. La escenografía muestra el interior burgués que hay que limpiar, la Grecia de los salones y el cuarto de planchado. Pero también el de esa fila de asientos desde los que coger un autobús para llegar a un mundo nuevo.
«Clean City» es el testimonio de los otros , de esos que tenemos a nuestro lado para hacer el trabajo sucio de pasarle la fregona a lo que hay debajo de las mesas donde se toman decisiones. Una gran obra sobre la libertad y la dignidad.