«Katiuska», un vasco en la Revolución Rusa

El teatro de la Zarzuela abre su temporada con la primera obra lírica de Pablo Sorozábal

Carlos Álvarez, Ainhoa Arteta y Jorge de León, en «Katiuska» Javier del Real
Julio Bravo

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En 1931, Pablo Sorozábal era un joven músico español afincado en Leizpig (Alemania) que se ganaba la vida tocando en cafés mientras estudiaba y componía. El 27 de enero de aquel año estrenaría en el teatro Victoria de Barcelona « Katiuska »; era la primera composición escénica del que con el tiempo se convertiría, junto con Federico Moreno Torroba , en el último gran compositor de nuestra zarzuela.

«Katiuska», con libreto de Emilio González del Castillo y Manuel Martí Alonso , no subía al escenario del teatro de la Zarzuela desde el año 1981. Y lo hace ahora de la mano de Emilio Sagi , y con una producción que se estrenó en el teatro Arriaga de Bilbao. Lo más llamativo: el ilusionante reparto, que encabezan Ainhoa Arteta , Carlos Álvarez y Jorge de León . Les acompañan Antonio Torres , Milagros Martín , Emilio Sánchez , Enrique Baquerizo y Amelia Font , y con el terceto protagonista se alternan Rocío Ignacio , Maite Alberola , Ángel Ódena y Alejandro del Cerro . La batuta es de Guillermo García Calvo , y rodea a Sagi su equipo habitual: Daniel Bianco (escenografía), Pepa Ojanguren (vestuario), Eduardo Bravo (iluminación) y Nuria Castejón (coreografía).

Se sitúa «Katiuska» en la Ucrania postrevolucionaria (en su estreno barcelonés el segundo acto se trasladaba a París, pero se tachó a la obra de confusa y se rehizo). Zaristas y bolcheviques aparecen en una obra que pasa de puntillas sobre la cuestión política y social -y en la recortada versión de Sagi más todavía- para centrarse en la historia central de amor entre la princesa Katiuska y el comisario Pedro Stakof, y los disparatados personajes -entre ellos, un empresario catalán con ánimo de cobrar una «facturita» que se le adeuda- que la rodean. «Me fascinó -dice Sagi- la perfecta mezcla de sentimentalismo típico de opereta con una fuerte expresión lírica tradicional y algunos toques decabaret. Esa mezcla de géneros musicales tan particular me empujó a buscar mi dramaturgia en esa música, que acentúa la romanza y la emotividad, ya que el libreto reducía el conflicto a una historia sentimental de opereta». Sagi ha enmarcado literalmente la historia de «Katiuska»: la escenografía es un enorme marco dorado caído sobre un montón de escombros grises, los del imperio zarista. En él desarrolla un «montaje cercano a lo cinematográfico».

Cercanía y franqueza

García Calvo se confiesa fascinado por, especialmente, Verdi y Wagner, pero asegura que en la zarzuela encuentra « una poesía, una cercanía, una franqueza y un cariño muy entrañable » que no halla en otros repertorios. De la partitura de «Katiuska», concretamente, dice el director de orquesta que es «bellísima del primer compás al último. Es una música con carisma , increíblemente bien instrumentada, con dos planos perfectamente bien distinguidos según ilustre la historia de amor o las intervenciones de los surrealistas personajes que presenta».

La producción que presenta hasta el 21 de octubre el teatro de la Zarzuela presenta una novedad: la recuperación de un número, el «Canto a la tierra» . Relata Bianco que en la grabación de la zarzuela que se hizo en 1931, el mismo año de su estreno, aparecía, pero que no lo hacía en el siguiente registro que se realizo en 1958, con la dirección de Pablo Sorozábal y Alfredo Kraus , Pilar Lorengar y Renato Cesari en el reparto. «No se sabe por qué desapareció -dice-. No hay constancia de que hubiera una motivación política. Y fue el nieto de Sorozábal el que nos sugirió que lo incluyéramos».

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