CRÍTICA DE TEATRO
Kabuki: belleza hermética
Los teatros del Canal presentan a la compañía japonesa Heisei Nakamuraza
Hace más de cuatrocientos años, que es cuando se fija la fecha de nacimiento del teatro kabuki , eran las mujeres las que se encargaban de los papeles masculinos y femeninos de este arte tradicional japonés que engloba danza, canto, música e interpretación. Pero hacia 1629, el shogunato Tokugawa , alarmado por el aura escandalosa de algunos espectáculos, decretó que solo los podrían interpretar hombres. Y así se sigue haciendo.
Para conmemorar el sesquicentenario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Japón y España, Hesei Nakamura , prestigiosa compañía familiar que cultiva esa modalidad teatral exquisita desde hace cuatro generaciones, ofrece durante seis días en los Teatros del Canal dos piezas de su repertorio: « Fuji Musume » y « Renjishi ». La primera, que se remonta a 1826, recoge las evoluciones de la ninfa de la glicinia (encarnada por el «onnagata» -así se denomina a los varones especializados en roles femeninos- Nakamura Shichinosuke ), y la segunda, fechada en 1901, es una fantasía zoológica con un león padre de melena blanca y un león hijo de melena roja, interpretados respectivamente por otros dos Nakamura, Kankuro y Tsurumatsu .
En ambas obras intervienen también cinco cantantes, cinco percusionistas, cinco intérpretes de shamisen (instrumento tradicional de tres cuerdas) y un flautista. Como no se traducen las letras de las canciones ni los diálogos, al espectador no versado en los secretos del kabuki no le queda otra que, orientado por el breve resumen argumental expuesto en el programa de mano, disfrutar de la belleza hermética del ritual de gestos milimetrados y raras armonías, el deslumbrante vestuario, los primoroso maquillajes y la atmósfera exótica de esta hermosísima forma de teatro.
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