Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados
Lo dice siempre Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real: un teatro de ópera tiene que estar siempre preparado para variar sus planes sobre la marcha. Esta circunstancia se ve agrandada ahora por el estado de cosas que provoca la pandemia, y el coliseo madrileño -punta de lanza internacional, con actividad continuada desde el pasado mes de julio mientras teatros similares en Europa y Estados Unidos permanecen cerrados todavía- ha demostrado una capacidad de improvisación y de cambiar el paso absolutamente admirable.
Le ha pasado especialmente en el apartado de danza, donde estaban previstas dos compañías foráneas que no han podido desplazarse a nuestro país: el Ballet de Múnich y el Real Ballet de Flandes. El primero fue sustituido por el Ballet de Antonio Gades, y el segundo, que debía haber actuado este fin de semana, ha dejado su lugar a IT Dansa.
No hay mal que por bien no venga, dice el refrán, y las circunstancias han permitido que el público madrileño pueda ver -y disfrutar- de esta compañía catalana, que se creó hace veinticinco años -los cumplirá este 2021- como proyecto educativo del Institut del Teatre de Barcelona (en realidad es un curso de postgrado para el perfeccionamiento de la formación de jóvenes bailarines).
Desde el comienzo del proyecto, la dirección es de Catherine Allard, en su día una de las grandes artistas de la Compañía Nacional de Danza. El mimo con el que siempre ha cuidado al conjunto, su fe ciega en el proyecto, su convencimiento y, naturalmente, su calidad como directora a la hora de elegir tanto a los bailarines como a los coreógrafos que trabajan con los chicos, ha convertido a IT Dansa en algo más que un proyecto prometedor; es, hoy por hoy, una magnífica compañía de danza (con el elenco en constante movimiento, eso sí)-
El programa presentado en el Teatro Real es una buena prueba de ello. Es exigente, diverso, con coreografías en las antípodas unas de otras, difícil, atractivo, que requiere por parte de los artistas no solo la energía que se les supone a jóvenes de entre 18 y 22 años, sino una flexibilidad, una entrega y una capacidad de adaptación verdaderamente admirable. Sus miembros son lo que hace unos años se conoció como JASP (Jóvenes aunque sobradamente preparados).
Dos de los coreógrafos actualmente en la cima del mundo de la danza, Akram Khan y Sidi Larbi Cherkaoui, firman dos de las piezas presentadas en este espectáculo. No hay en ellas concesión alguna a la juventud de los intérpretes (la del segundo, «In memoriam», posee incluso un fuerte componente emocional), y sí una exigencia física, sobre todo en el caso de la de Khan, «Kaash», donde los bailarines realizan un despliegue físico y mental (de concentración) para sacar adelante una pieza trepidante y por momentos magnéticos.
«The Prom», de Lorena Nogal -antigua integrante del conjunto-, y «Whim», de Alexander Ekman, son dos piezas creadas para IT Dansa, y tienen un componente lúdico que puede parecer que allana el camino a los bailarines, pero es todo lo contrario; tanto una como otra poseen un alto grado interpretativo y humorístico que requiere un especial cuidado, demostrado por los bailarines.
Naturalmente, estamos hablando de jóvenes en formación, algo que se puede ver en algunos ajustes especialmente, pero IT Dansa es una compañía de un nivel muy alto (tanto por coreografías como intérpretes), absolutamente necesaria en el panorama de la danza españolal, y ojalá -el momento no es el más adecuado, lo sabemos- fuera espejo para otras instituciones públicas españolas.