José Luis Gómez y la juglaría moral

José Luis Gómez, en una escena de 'Mío Cid' Teatro de La Abadía
Diego Doncel

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Vuelve José Luis Gómez a su casa de La Abadía con la versión escénica del poema de Mio Cid, un espectáculo con el que viene cosechando desde su estreno el aplauso unánime del público y de la crítica. Ello se debe, sin duda, a que José Luis Gómez no se conforma con subrayar los rasgos épicos o legendarios del Cantar, sino sobre todo su dimensión moral. En estos tiempos oscuros la utopía del Cid no está en conquistar geografías sino en conquistar un modelo de hombre, el que se crece ante la adversidad, el que no sucumbe, el que trabaja por sustituir una realidad llena de mentiras, de infamias y de traiciones. En medio del juego de iluminación preparado por Raúl Alonso, de las proyecciones de Jorge Vila y , destacadamente, del espacio sonoro y la interpretación musical que crea Helena Fernández, José Luis Gómez pone en pie a un héroe que busca ese lugar social y ético que dé sentido a la vida de cada hombre. Como si la juglaría de hoy tuviera otra vez la misión no del batallador, sino del Campeador, del Campidoctor, es decir del que conoce la ley y trata de restaurarla porque en ella está la dignidad y la felicidad. Nadie en la escena española está dotado como José Luis Gómez para llevar a cabo una interpretación del Cid como esta, con esa mezcla de mesura y determinación, de tragedia y credibilidad. José Luis Gómez se echa a la espalda a este héroe y lo mantiene vivo con gestos, con miradas y con palabras. La precisa adaptación del poema, el hecho de que se respete la lengua del siglo XIII en que está escrito y los comentarios insertados al finalizar cada Cantar, hacen de este espectáculo una apuesta y una aventura. También un riesgo. Pero al final lo que queda es la belleza de una interpretación y el poder para hacer de estos versos, de su recitado una auténtica respiración, un ritmo y una cadencia. Como criticaba Unamuno de tanta poesía aquí el compás no mata el ritmo, la palabra es una forma de música y El Cid ese héroe cercano que sin salir de su época, nos habla de nuestra época, de las raíces de lo que somos, del mestizaje de nuestra lengua y de nuestra cultura. El gran proyecto último de José Luis Gómez es hablar de nuestra identidad bajo las máscaras de Unamuno, de Azaña o de Rodrigo Díaz de Vivar, un único personaje, el personaje de aquellos hombres que pensaron, sufrieron y construyeron una moral para este país llamado España.

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