La isla del tesoro
La riqueza de la danza española es extraordinaria. Su variedad, su comunicatividad y su singularidad la convierten en un tesoro que no siempre se valora en su justa medida. Su mayor defensor desde hace varias décadas es el Ballet Nacional de España, depositario de una herencia verdaderamente única.
Rubén Olmo, actual director del Ballet Nacional de España, es consciente de la importancia de la labor de la compañía en ese sentido, y lo ha demostrado con sus primeros programas puestos en pie; tanto el 'Homenaje a Antonio Ruiz Soler' como 'Invocación' -que presenta ahora en el Teatro de la Zarzuela- recogen la diversidad de nuestra danza. El BNE se convierte en una suerte de Isla del Tesoro.
'Invocación' lleva al escenario la escuela bolera, el baile clásico español y el flamenco, tres de las cuatro patas -la cuarta es el folclore- que sostienen nuestra danza. Y lo hacen a través de coreografías serias, sólidas, 'clásicas' en el mejor sentido de la palabra, y que muestran la calidad de un conjunto vibrante y compacto.
Olmo ha entrelazado las tres piezas que componen la primera parte del programa -'Invocación bolera', 'Jauleña' y 'Eterna Iberia'-, de modo que las tres forman un mosaico cuyas piezas se unen por la presencia de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, dirigida por Manuel Busto.
Éste es, precisamente, el autor de la música de las dos primeras coreografías. 'Invocación bolera' (que aprovecha el precioso vestuario que diseñó Pedro Moreno hace más de treinta años para 'Fandango del Padre Soler'- es un trabajo deudor de la legendaria 'Ritmos', por intención, acentos y modos compositivos. 'Jauleña' mostró a uno de los solistas de la compañía, José Manuel Benítez, que derrochó bravura y casta en esta pieza exigente y de colores diversos.
'Eterna Iberia' supone el regreso al Ballet Nacional de España de su anterior director, Antonio Najarro, que ha empleado una partitura que Manuel Moreno Buendía compuso en 1963 para 'Eterna Castilla', de Antonio Ruiz Soler. Najarro ha creado una coreografía dinámica, elocuente y resuelta, con su habitual soltura y equilibrio en el uso de los conjuntos.
'De lo flamenco', la pieza que cierra el programa, rinde homenaje a una de las figuras determinantes del baile flamenco, el cordobés Mario Maya (1937-2008), que hasta ahora no formaba parte del repertorio del Ballet Nacional. Para esta pieza se han recuperado coreografías del propio Maya y se ha completado con pinceladas de Isabel Bayón y Rafaela Carrasco, que bailaron con ella. Se trata de un flamenco elegante, fresco, festivo y profundo, dulce por momentos, magnético.
La calidad del conjunto es, sin duda, el mayor activo de este espectáculo, de magnífica factura gracias a su espléndido vestuario, sus magníficas luces y el buen hacer general de unos brillantes bailarines.