«Los hijos», hacerse cargo del pasado
El Pavón Teatro Kamikaze presenta la obra de Lucy Kirkwood, dirigida por David Serrano
![Joaquín Climent, Susi Sánchez y Adriana Ozores, en «Los hijos»](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2019/11/29/LosHijos-kk5F--1248x698@abc.jpg)
«Transcurre en un momento determinado, pero la época no está definida. La obra no se dirige a una sola generación, y sería una lástima si da la impresión de que lo estuviera». Lucy Kirwood , la autora de «Los hijos» («The Children»), hace este apunte en el prólogo de su texto, calificado por el diario británico «The Guardian» como la tercera mejor obra de teatro del siglo XXI.
Y es que en «Los hijos» la autora británica, de treinta y seis años de edad, retrata en la obra -estrenada en noviembre de 2016- a la generación de sus padres. «Todos en los sesenta», especifica al referirse a los personajes. «Es asombroso cómo una autora insultantemente joven como ella -dice David Serrano - puede retratar con tanta exactitud a personajes tan alejados en edad. Los dibuja de manera magnífica, y resultan completamente reales y creíbles».
David Serrano es el adaptador y director de la producción que presenta El Pavón Teatro Kamikaze . Le mandó la obra, cuenta, Olvido Orovio, de la productora PTC. «Si una obra no me atrapa tras una primera lectura no la hago. Pero “Los hijos” es uno de los textos más interesantes que he leído».
La obra está situada en «una cabaña en la costa» de un lugar indeterminado. En ella vive un matrimonio de físicos nucleares recientemente jubilados . La casa se encuentra no muy lejos de la central en la que el matrimonio trabajó. «En el lugar que habitan -dice David Serrano- a veces no hay luz corriente ni agua potable y la población de la zona no deja de disminuir. Es un pueblo sin futuro. Pero allí sigue su pasado». El conflicto se genera con la inesperada llegada de una amiga y antigua compañera del matromonio en la central «Su imprevista llegada, tras tres décadas de ausencia -sigue Serrano-, trastoca los recuerdos, los sentimientos y el porvenir de estos tres amigos. Y, a la vez, el futuro de toda una generación que aún desconoce el destino al que se enfrentarán.
«Lucy Kirkwood quería escribir una obra sobre el cambio climático , pero no encontraba el conflicto... Lo encontró cuando leyó una noticia de unos ingenieros nucleares que habían participado en la construcción de la central de Fukushima y que, tras el accidente, volvieron al lugar, con todos los riesgos que ello conllevaba, para intentar ayudar a paliar los efectos del accidente que sufrió». La autora británica encontró en este hecho la situación perfecta para su obra, concluye Serrano.
Adriana Ozores, Susi Sánchez y Joaquín Climent conforman el reparto de «Los hijos», «una obra con muchas capas», según David Serrano. Asegura el director que «habla principalmente del mundo en el que vivimos y de cómo hemos llegado a él. La central nuclear es una metáfora de muchas cosas».
En escena hay tres personajes, pero hay un cuarto, una de las hijas del matrimonio, que sobrevuela sobre todo el texto. Y es que, coinciden los actores y el director, una de las guías que atraviesan la obra es una especie de rendición de cuentas que se pide a la generación que ahora ronda la sesentena. «El mundo está en una situación límite -dice Joaquín Climent- aunque todo sigue; esta obra nos abre los ojos ante lo que viene, nos hace reflexionar, a los que ya hemos cumplido los sesenta, sobre el mundo que hemos creado y que vamos a dejar a nuestros hijos. Nos tenemos que hacer cargo de nuestro pasado». Pero no solo existen reproches para los mayores. « Hay también una crítica de la autora hacia su generación -añade David Serrano-, Critica su infantilización permanente y que no haya dado el salto a la madurez».
Hay otro aspecto en «Los hijos» y es lo que Susi Sánchez llama «un halo de esperanza para la gente de sesenta años. Jubilarse no significa morirse » «Se tiene una conciencia del tiempo diferente a esa edad», apunta Joaquín Climent. «Se llega a ella muchas veces -tercia Serrano- después de atravesar un desierto; pero es una obra optimista, los personajes deciden que quieren seguir haciendo». Y sentencia Adriana Ozores. «Es una función que es necesario hacer».
Noticias relacionadas