Galdós, en primer plano
Benito Pérez Galdós -no es ningún descubrimiento- es un autor monumental, con una obra tan vasta como reveladora y en muchos aspectos sorprendente. Las conmemoraciones del centenario de su muerte, nubladas por culpa de la pandemia, han refrescado parte de su obra y han iluminado otros muchos textos y aspectos de su personalidad prácticamente desconocidos. Entre las obras desempolvadas se encuentran las cuatro novelas de Torquemada, publicadas entre 1889 y 1895. Juan Carlos Pérez de la Fuente las ha llevado al escenario de la mano de uno de sus «autores de cabecera», Ignacio García May, y del actor Pedro Casablanc.
No es tarea fácil comprimir en un espectáculo los cuatro relatos, pero García May lo ha hecho con una notable habilidad, dejando brillar la prosa elocuente, opulenta y radiante de Galdós, que es además un catálogo de tipos y un sutil retrato de la España de aquellos años finiseculares (por momentos tan parecidos a los nuestros). Sobre ella ha construido Pérez de la Fuente un espectáculo barroco dentro de su simplicidad, surtido en detalles pero que tiene a decaer en sus transiciones. Si no lo hace es por el descomunal y admirativo trabajo de Pedro Casablanc, que encarna con tanto tino como capacidad de comunicación los distintos personajes, coloreados cada uno en tonos diferentes, y componiendo un deslumbrante friso interpretativo.
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