Los fragmentos que somos
![Una escena de «Dystopia»](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2019/03/29/dystopia-keeC--1248x698@abc.jpg)
Juan Pablo de Mendiola crea en « Dystopía » no solo un relato, sino un multiverso argumental, escenográfico y de identidades. La historia, construida desde lo fragmentario, cuenta hasta qué punto somos un puzzle de recuerdos, de realidades posibles, de conocimientos inacabados. Un hombre y una mujer que no saben si se conocen, una habitación con una ventana que parece dar al mar en calma de Noruega, un viaje en un Ford Escort del 84 por un posible 2017 paralelo. También un tiempo donde el presente es un argumento especulativo del pasado y el pasado una construcción mental de límites imprecisos. Y, por supuesto, unos personajes disgregados que, ante su propio yo, solo sienten perplejidad.
Mendiola crea un espectáculo donde teatro, tecnología y coreografía se unen para buscar nuevas formas de expresión. El resultado es con frecuencia de una belleza sorprendente , cercana a una obra de videoarte. Esa pared de la casa que se agrieta y se desconcha, esa cabeza que se vuelve múltiple, el baile de ella sobre esas operaciones matemáticas proyectadas lumínicamente o el cuadro de Dalí (« Una muchacha mirando al mar ») que muta y se transforma. Mendiola no utiliza estos recursos de manera formalista sino como recurso para hablar de nuestra inestabilidad. Y, naturalmente, para señalar la estética que puede expresarla, una estética cuántica que parece ser uno de los lenguajes de nuestro tiempo. Tal vez una menor abstracción, una mayor claridad argumental le hubieran venido bien a la obra. Es decir, hubiera hecho impactar emocionalmente más en el espectador que, a veces, se encuentra ante un discurso demasiado intelectualizado.
El trabajo interpretativo que exige este artefacto es grande y tanto Cristina Fernández como Àngel Fígols están a l a altura del reto. Eso significa que hay un vaciado físico y mental, una tensión que está muy bien resuelta por ambos actores. En Mendiola tecnología y teatro son uno, sobre todo porque sabe que la tecnología, mediante la sublimación de lo imaginario (la ciencia es también parte de la imaginación, como ocurre en las mejores ficciones de nuestro tiempo) pone en cuestión las ideas culturalmente institucionalizadas de tiempo, espacio, identidad o realidad. Una poderosa propuesta.