«Elena Fortún», romper y recomponer el armario

María Folguera reivindica, en una obra de teatro que se estrena el 18 de febrero en el Teatro Valle-Inclán, la vida como autora de una figura que fue mucho más que la creadora de Celia y Cuchifritín

La actriz Ana Mayo, en una ecsena de la obra «Elena Fortún», dirigida por María Folguera marcosGpunto

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Si eres mujer, y además creadora, es inevitable que sufras un pequeño desgarro emocional al leer las cartas que se intercambiaron, durante cinco años, los que mediaron entre 1947 y 1952, Elena Fortún y Carmen Laforet . Sus palabras, las de ambas, duelen, porque están escritas, para después ser pronunciadas, desde el sufrimiento y, sobre todo, el arrepentimiento de haber sido, por un tiempo –nunca el suficiente–, quienes en realidad querían, aunque finalmente no se atrevieran a ser. «Hay que mutilar el deseo para que no dé frutos venenosos», le dice Fortún a Laforet. Y una se pone, claro, en su lugar, y algo se rompe por dentro. Es inevitable, pero también necesario. Sí, porque sólo al leerlas, al saber por lo que ellas pasaron, nos damos cuenta de que «luchar sola no es buena idea». De ello es muy consciente la escritora y dramaturga María Folguera , y con esa idea abordó la creación de «Elena Fortún», la pieza teatral que podrá verse, entre el 18 de febrero y el 8 de marzo, en la Sala El Mirlo Blanco del Teatro Valle-Inclán de Madrid.

[Elena Fortún y Carmen Laforet: cartas a flor de piel]

En realidad, la obra, que Folguera dirige además de ser la autora del texto, parte de un encargo de Ernesto Caballero , director del Centro Dramático Nacional hasta el pasado 1 de enero, cuando fue sustituido por Alfredo Sanzol . «Él ha llevado una línea de reivindicar y recuperar a mujeres artistas de la modernidad española; dentro de esa línea, él es un gran fan de Elena Fortún , y como yo soy seguidora obsesiva de ella…», explica Folguera, en conversación con ABC en mitad de los ensayos. A esa recuperación se suma «el trabajo que Ernesto ha hecho en los últimos años sobre el trasvase de la novela al teatro ». De ahí surgió «Celia en la revolución» , estrenada, también en el Valle-Inclán, en noviembre del año pasado y primera parte del díptico «Sendero Fortún» , que ahora se completa con esta «Elena Fortún».

No es una biografía

En un principio, a Caballero le seducía más la idea de una versión teatral de «Oculto sendero», la novela de corte autobiográfico en la que Fortún confiesa su homosexualidad y que la editorial Renacimiento sacó a la luz en octubre de 2016. Pero en su diálogo creativo con Folguera ésta le trasladó que le parecía «más interesante hablar de la relación de Elena Fortún con la autoría», y le convenció. Por tanto, la obra, en cuyo reparto figuran Julia de Castro, Montse Diez, Irene Martín Guillén, Ana Mayo, Luis Moreno y Javier Pérez-Acebrón, no es una biografía al uso, sino que aborda su vida como escritora, desde 1927 a 1951.

Años en los que, como precisa Folguera, Fortún «escribió la odisea de Celia entre el desarraigo, la represión y la construcción de una identidad propia, las aventuras de Cuchifritín y Mila y las trastadas de Matonkikí ». Además de artículos, cuentos, obras de teatro, cartas, novelas... Folguera dividió el texto en tres partes: la etapa de 1927 a 1939, cuando Fortún «vive su ascenso como escritora, pero también el tormento matrimonial de superar en ingresos a su marido»; una más centrada en 1947, año en el que «decide volver del exilio , prefiere volver a Madrid y ser alguien», y la última, la del fallecimiento, «que tiene mucha amargura, es una Elena que se arrepiente de su modernidad, de buscar su felicidad».

Una vida que, desde el punto de vista de la creación ajena, la que en este caso correspondía a Folguera, es un tesoro. «Elena reúne características muy potentes, como que se iniciara en la autoría de forma tan tardía y autodidacta, que viviera también como esposa y madre… En cuanto entró en contacto con intelectuales, ese talento natural se disparó». Su papel en « Gente Menuda» , uno de los suplementos con los que ABC hizo historia periodística a principios del siglo XX, «la colocó en un lugar pionero». Aunque la suya es una saga infantil que, como precisa Folguera, recoge toda la historia de la España de la época, desde la Guerra Civil , con «Celia en la revolución», al exilio o los años 50, con «Celia se casa» y «ese encierro de las modernas españolas que se casan y se callan».

Vigencia

Uno de los objetivos más importantes de la puesta en escena es «la investigación de su vigencia », porque Folguera sigue percibiendo «mucha condescendencia» hacia ella, pero le parece «contradictorio, porque no se la ha terminado de conocer». Para propiciar ese acercamiento del espectador, la autora recurrió a la idea de un pequeño teatro dentro del propio teatro. «En todo el texto –explica Folguera– la metaficción tiene mucha importancia. Elena le da muchas vueltas a la mentira, los adultos mienten más que los niños. La creación, la ficción, desborda el escenario y es más grande que el fingimiento de los adultos». Ese pequeño teatro funciona, al mismo tiempo, como un armario representado mediante un biombo que oculta, sí, pero tiene grietas y por ellas se cuelan Matilde Ras, Inés Field

Folguera quiso que la obra se cerrara con un epílogo dedicado a las investigadoras «fortunianas»: Marisol Dorao, Nuria Capdevila-Argüelles y Maria Jesús Fraga . «Si hoy conocemos mejor el mundo tan complejo y rico de Elena Fortún es gracias a ellas. Han conseguido preservar el legado de una precursora imprescindible. A ellas dedicamos esta puesta en escena».

[«Oculto sendero»: Elena Fortún grita en silencio]

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