CRÍTICA DE DANZA
Dresden Frankfurt Dance Company: electricidad
La compañía alemana, que dirige Jacopo Godani, ofreció un magnífico programa en el Teatro Real
![Un momento de «Metamorphers»](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2018/04/22/dresden-francfort-k2P--1240x698@abc-k3cG--1240x698@abc.jpg)
En estos días en que muchas voces entontan un réquiem preventivo por la zarzuela tras la fusión del Teatro Real y del Teatro de la Zarzuela , los aficionados a la danza sonríen con tanta sorna como resignación ante el papel absolutamente secundario (siendo generosos) que la danza ha tenido en el Teatro Real desde su reapertura, hace algo más de veinte años.
Pero no es momento de lamentaciones, sino de ovaciones, que no otra cosa se merece la presencia -aunque solo haya sido por dos días, nadie es perfecto- de la Dresden Frankfurt Dance Company , heredera de la compañía que liderara durante años el norteamericano William Forsythe , una de las figuras clave en la danza internacional en las últimas décadas.
Y la herencia de Forsythe es perfectamente visible en la compañía que ahora dirige uno de sus alumnos aventajados, Jacopo Godani (especialmente en « Moto perpetuo », donde asoma la emblemática coreografía « In the middle, somewhat elevated », prácticamente hasta en la caligrafía). El italiano ha moldeado el conjunto para que sea el vehículo ideal para su trabajo, inocultablemente deudor de su maestro, pero al tiempo con una identidad propia y una marcada personalidad.
Deslumbra, en la escritura coreográfica de Godani, el dominio de las formas y los volúmenes -no brillan tanto las luces o el vestuario, que también firma el coreógrafo-, así como la flexibilidad y la elasticidad de sus movimientos, que huyen constantemente del estatismo y el envaramiento -perfecto ejemplo de ello es « Postgenoma », un hermoso poema coreográfico para dos bailarines»-. Pero sobre todo contagia la electricidad que irradian sus movimientos, la energía que incendia el escenario, manifiesta especialmente en la mencionada «Moto perpetuo». Aunque claro, para ello hay que contar con un cómplice; en este caso diecisiete, los miembros de la compañía , todos ellos intérpretes poderosos y entregados, además de magníficos artistas.