CRÍTICA DE TEATRO

«Hay que deshacer la casa»: exploración de la ternura

Imán Velasco y Charo Gabella, dirigidas por Pape Pérez, interpretan la obra de Sebastián Junyent

Imán Velasco y Charo Gabella ABC

JUAN IGNACIO GARCÍA GARZÓN

Acertó Sebastián Junyent (1948-2005) con «Hay que deshacer la casa», premio Lope de Vega en 1983, estrenada dos años después con Amparo Rivelles y Lola Cardona como protagonistas y luego llevada al cine y representada en medio mundo. Sigue hoy funcionando bien la historia de las dos hermanas que, tras mucho tiempo sin verse, se reencuentran para repartir la herencia familiar a la muerte de su madre y constatan el agobiante peso del pasado.

«Hay que deshacer la casa» (***)

Autor: Sebastián Junyent. Dirección: Pape Pérez. Intérpretes: Imán Velasco y Charo Gabella. Teatro Lara. Madrid.

La ha recuperado Pape Pérez , que en un montaje austero, en el que acertadamente no actualiza la atmósfera ochentera del texto, sabe sacar buen partido de la alternancia de memoria nostálgica, tensiones inagotables, afecto adormecido y revisión de viejos rencores y viejas complicidades que contiene la pieza, llena de un humor bañado en sarcasmo y amarga ironía. Pese a las apariencias, la vida no ha sido clemente con ninguna de las dos hermanas, una se quedó en el pueblo, se casó y cuidó a sus padres, la otra se fugó con un hombre casado: cada una naufragó a su manera. Imán Velasco y Charo Gabella mantienen un dinámico y bien medido pulso in crescendo que culmina de manera catártica.

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