'Company', de Sondheim y Banderas: ¡de rodillas!
En su añorado programa radiofónico 'La calle 42', José María Pou y Concha Barral añadían una significativa exclamación cada vez que pronunciaban el nombre de Stephen Sondheim : «¡De rodillas!» Y es que no queda más remedio que inclinarse ante el talento y el genio del compositor estadounidense, que ha sobrepasado ya los 91 años y que es, sin ninguna duda, el gran renovador del teatro musical en la segunda mitad del siglo XX, además de un faro imprescindible para las generaciones posteriores de músicos dedicados al género.
Un buen ejemplo de lo anterior es ' Company ', un título que se estrenó en Nueva York en 1970 (estuvo casi dos años en cartel) y que Antonio Banderas ha elegido para dar un nuevo paso en su ambicioso y arriesgado proyecto, el Teatro del Soho Caixa Bank , en su ciudad natal, Málaga. Y hay que empezar por decir que el actor y director ha conseguido que la ciudad andaluza albergue un espectáculo que supera en calidad y atractivo a muchos de los musicales que pueden verse actualmente en Madrid.
'Company' cuenta la historia de Robert, soltero empedernido, eterno Peter Pan al que, sin embargo, asoman una cierta melancolía y un vacío. Cumple en el momento cincuenta años (en el montaje original son treinta y cinco), y le rodean sus amigos -todos ellos emparejados- y las mujeres con las que sale. La soledad, el paso del tiempo, el miedo al fracaso, la inseguridad, la necesidad de querer y ser querido, la amistad... Son algunos de los retales con los que Sondheim y George Furth -el autor del libreto- componen el mosaico de 'Company', la obra, estructurada en viñetas en las que los personajes muestran sus historias y sus relaciones.
Musicalmente, 'Company' es una joya. En su partitura están algunas de las más celebradas canciones de Stephen Sondheim, desde ' Marry Me a Little ', traducida aquí como 'Casarse hoy', 'Side by Side ' ('Uno junto a otro') o la emblemática ' Being Alive ' ('Sentirse vivo'). Junto a ellas, Sondheim plantea un laberíntico juego de armonías vocales y un agridulce a la vez que turbador tejido sonoro. Tanto Arturo Díez-Boscovich , director musical de la función, como Mamen Márquez , preparadora vocal de los intérpretes, han logrado un resultado espléndido, y la música de Sondheim suena afinada y deslumbrante.
Cerca de un centenar de personas subieron al escenario convocados por un eufórico y radiante Antonio Banderas al final del estreno, calmadas ya las estruendosas ovaciones con las que el público, unánimemente puesto en pie, respondió tras el último compás. El actor malagueño es muy consciente de que él es el mascarón de proa de este proyecto, sí, pero que necesita detrás de él a una tripulación experta y entregada; solo con ella se consigue un trabajo de la factura, magnífica, de 'Company'. Banderas lo sabe, y se ha rodeado por una cuadrilla de auténticos primeros espadas de nuestra escena: Borja Rueda, Ignacio García May, Roser Batalla, Alejandro Andújar, Juan Gómez Cornejo, Carlos Torrijos, Antonio Belart, Joan Rodón, Emilio Valenzuela, Roc Mateau y Sandra Lara..
En este lienzo, el actor malagueño ha dibujado un espectáculo dinámico, divertido y equilibrado. Los arquetípicos y reconocibles personajes que pasean por esta acidulada comedia están perfectamente delineados y los actores bordean el filo de la caricatura para extremar en algunos casos su comicidad. El reparto es, sin duda, el principal activo de esta producción ; es difícil encontrar ahora mismo un elenco de tanta calidad y tanto nivel interpretativo, vocal e incluso coreográfico. Sería injusto destacar a alguno de ellos.
Por eso es todavía más meritorio el trabajo de Antonio Banderas , un actor de un indiscutible carisma, que compone al protagonista, Bobby, con una extraordinaria naturalidad, y ofrece una paleta de matices siempre convincente a su personaje. Y si como cantante se encuentra a lo largo de la obra un escalón por debajo de sus compañeros, se resarce en su canción final, 'Sentirse vivo', interpretada con emoción y brillantez.
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