En busca del aplauso perdido

El teatro persigue fórmulas para superar el confinamiento, entre ellas ofrecer funciones a través de videollamadas en grupo

Israel Elejalde Vanessa Rabade
Julio Bravo

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Los españoles hemos convertido en rito cada día a las ocho de la tarde el expresivo y sentido aplauso a los sanitarios. A esa misma hora, aproximadamente, suele levantarse el telón en los teatros, que cae un rato después envuelto (generalmente) también en aplausos. Para los actores es la gasolina que enciende su motor ; su sonido les despierta de ese estado hipnótico que puede llegar a ser meterse en la piel del personaje. Estos días, la familia teatral está obligadamente ayuna de ese aplauso, y también de la respiración del público en las butacas.

Para suplir esta distancia, desde el establecimiento del estado de alarma se han multiplicado las iniciativas destinadas a tratar de llenar el vacío de escenarios y patios de butacas; generalmente, mediante la emisión de grabaciones de funciones, un sucedáneo más o menos eficaz del hecho teatral , pero en el que falta la comunicación. «Me halaga y sorprende que mucha gente ocupe este tiempo viendo teatro a través de las distintas plataformas -decía hace unos días Josep Maria Pou -. Es como si hubieran descubierto el teatro como un artículo de primera necesidad, como si la gente se hubiera dado cuenta de que es necesario e imprescindible ver teatro (aunque sea un sucedáneo; maravilloso, pero sucedáneo)».

Reacciones

«Muchísimas gracias por hacer este tiempo de confinamiento más llevadero -es una de las respuestas que se leen en la página de YouTube de Pentación-, un aplauso eterno a todos l@s trabajador@s del teatro, espero veros muy pronto de nuevo en directo». Es una de las reacciones a las grabaciones que la productora ha colgado en la web -Pantalla Pentación-, y que han tenido, dicen sus responsables, una gran acogida: « El eunuco » (66.933 visitas), « Todas las noches de un día » (16.822), « Julio César » (15.700) y « Fedra » (13.516), en datos de ayer a mediodía. En los próximos días se subirán a la web « Dos más Dos », de Daniel Cúparo y Juan Vera, y « Las Amazonas », dirigida y adaptada por Magüi Mira.

Otro ejemplo de la sed de teatro que parece despertar este confinamiento es el salto numérico que ha experimentado Teatroteca , la plataforma de servicio de préstamo en línea del Centro de Documentación de las Artes Escénicas y de la Música (Cdaem), unidad perteneciente al Inaem. En los veinte días anteriores al cierre de los teatros, del 16 de febrero al 10 de marzo, la página tuvo 8.282 visitas. Entre el 11 y el 31 de marzo, esa cifra se ha multiplicado por cien, y se han alcanzado las 836.379 visitas; y de 2.016 préstamos se ha pasado a 27.736, según datos del Ministerio de Cultura. Las cinco obras más prestadas han sido « El chico de la última fila », de Juan Mayorga; « La casa de Bernarda Alba », de Lorca; « Antígona », de Sófocles; « El sueño de una noche de verano », de Shakespeare; y « El perro del hortelano », de Lope de Vega. Las más reservadas son « La tortuga de Darwin », de Mayorga; « La respiración », de Alfredo Sanzol; « Como en las mejores familias », de Jean-Pierre Bacri y Agnès Jaoui; « La edad de la ira », de Nando López; y « Juicio a una zorra », de Miguel del Arco.

Con público

Estos dos ejemplos tienen en común la separación de público y escenario. El Teatro de La Abadía ha ido un paso más allá y en coincidencia con el Día Mundial del Teatro, el pasado viernes, estrenó una experiencia, #TeatroConfinado, con la que, a través de la plataforma de videollamadas Zoom, reunir a una veintena de espectadores y un actor, que interpreta una pieza desde su casa.

Arrancó la experiencia con « Seawall », una obra de de Simon Stephens dirigida por Carlos Tuñón e interpretada por Nacho Aldeguer, que se ofrecerá de nuevo los días 10, 11 y 12 de abril, a las 18 horas. Y se suma hoy Israel Elejalde con « Esto es agua », de David Foster Wallace, que ofrecerá los días 3, 4 y 5 de abril a las 20 horas y los días 7, 9 y 11 de abril a las 20 horas.

«Es la experiencia más parecida al hecho teatral que hemos podido encontrar -dice Israel Elejalde -, ya que se produce en directo con público; hay una relación directa entre los espectadores y el actor: yo los veo y ellos me ven en el momento en que interpreto el monólogo; pueden aplaudir al final y hay algo teatral en la experiencia ».

No se trata de una simple lectura, explica Elejalde: «Leo el texto porque se trata de una conferencia que Foster Wallace pronunció en 2005 en la Universidad de Kenyon, en EEUU. Pero he creado un set, he pergeñado unas luces, tengo un vestuario, hay una dirección... Es un espectáculo, una representación teatral».

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