El baile como disfrute
Una de las verdades de Perogrullo en el mundo de las artes escénicas señala que para que el público disfrute en el patio de butacas los artistas tienen que disfrutar en el escenario (hay muchas maneras de hacerlo). El viernes, el público que llenaba, dentro de los límites protocolarios, el Teatro Real , disfrutó mucho, muchísimo. Aten cabos...
Los amores entre el coliseo de la plaza de Oriente y el flamenco no son nuevos. El llorado Paco de Lucía ya pisó su escenario hace cerca de medio siglo, cuando el Real era una 'sacrosanta' sala de conciertos y los artistas flamencos no gozaban del reconocimiento que ahora. Por eso abrir su sala principal a un ciclo, Flamenco Real , que se desarrolla desde hace tres temporadas en el Salón de Baile, era una lógica consecuencia.
Farruquito es una de las grandes figuras del baile flamenco actual. Ha dejado de ser ese niño (y luego adolescente, y luego joven) bailaor que llevaba en la pechera la medalla de sus ancestros y que exhibía un baile salvaje, fiero y rabioso. Hoy, con 38 años y un sinfín de cicatrices en su vida, es un bailaor templado, cabal, cuya bravura no parece nacer de su ansiedad, sino de la felicidad por estar en el escenario, del disfrute del baile por el baile. Ya no tiene la necesidad de apabullar al público, solo quiere enamorarlo, seducirlo.
Y lo consigue con un baile magnético, capaz de arañar y acariciar según sea el momento; bailado con disfrute sobre la música , con los músicos, con sus compañeros, haciendo de cada paso una sílaba de su declaración de amor al flamenco, al baile, a su familia, al público.
Lo hace acompañado por su madre, La Farruca , sabiduría y dominio en escena, que supo salir con compostura de un tropezón; por su hijo, Juan 'el Moreno' , digna continuación de la saga; y por varios invitados. Ketama , con una pincelada al principio del espectáculo; Pepe de Lucía , cantaor de muchos kilates; y Antonio Canales , que subía a un escenario después de cinco meses de ausencia, y que dejó la esencia de su maestría en varios momentos irrepetibles. Y unos músicos que, y sirvan de ejemplo Juan Campallo y Juan Parrilla , dieron categoría al espectáculo, brillante en su puesta en escena y seductor en su baile.