CRÍTICA DE TEATRO

«Autobiografía de un yogui»: camino de perfección

Rafael Álvarez «El Brujo» presenta su nuevo trabajo, basado en la obra de Paramahansa Yogananda, en el teatro Cofidis-Alcázar

El Brujo, en una escena de la obra Ernesto Agudo

JUAN IGNACIO GARCÍA GARZÓN

Lleva tiempo Rafael Álvarez El Brujo recorriendo en bastantes de sus espectáculos un itinerario que le ha llevado a visitar diversos territorios y personajes impregnados de un aura de espiritualidad. Ha transitado por la vía «De pícaros y místicos», donde unía estas dos categorías tan españolas en la metáfora esencial del hambre; pisando las huellas de su admirado Dario Fo , celebró en « San Francisco, juglar de Dios » el poder redentor del amor y la belleza; se sumergió con « El Evangelio de San Juan » en la atmósfera festiva de una ceremonia mágica; propuso un abrazo entre la santa de Ávila y el público del siglo XXI en « Teresa o el sol por dentro », y soñó a San Juan de la Cruz en « La luz oscura de la fe ».

«Autobiografía de un yogui» (***)

Espectáculo a partir de la obra de Paramahansa Yogananda. Versión y dirección: Rafael Álvarez. Escenografía: Equipo Escenográfico PEB. Iluminación: Miguel Ángel Camacho. Vestuario: Gergonia Moustellier. Música: Javier Alejano. Intérprete: Rafael Álvarez El Brujo. Teatro Cofidis Alcázar. Madrid.

En su particular camino de perfección y tras vivaquear en la mística occidental, Álvarez se interna en la oriental con una adaptación de la «Autobiografía de un yogui» de Paramahansa Yogananda (1893-1952), el gurú que introdujo en Occidente el yoga físico y el raja yoga , es decir, la meditación o «ciencia de la realización del ser», como señala en el programa de mano de la función, donde reconoce a Yogananda como su maestro.

El Brujo es un actor de método, el suyo , y este espectáculo de religiosidad cuántica lo estructura rizomáticamente, igual que los anteriores, con un discurso en el que trenza el asunto central de que trata -la vida y el recorrido espiritual del gurú, en este caso- con anécdotas particulares, comentarios al margen, chistes y referencias a sucesos de la actualidad, en un virtuoso zigzagueo en el que se cimenta la esencia de su estilo. No en vano, advierte a los espectadores que tendrán que hacer un esfuerzo especial para acompañarle por estos Himalayas del misticismo hinduista, y es verdad que en ocasiones resulta arduo seguirle por la sucesión de laberínticos nombres de maestros y orientarse por unos complicados meandros doctrinales que mezclan poesía, iluminación y honduras. El espectáculo tiene el buen acabado habitual en todos del gran bululú, con una soberbia iluminación de Miguel Ángel Camacho y la envolvente música interpretada en directo por Javier Alejano , que toca el sitar y lo que me pareció una caja shruti.

«Autobiografía de un yogui»: camino de perfección

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