Una atractiva parábola

Lara Grube, en una escena de «El gran teatro del mundo» CNTC
Julio Bravo

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¿Tiene sentido hoy en día representar un auto sacramental como «El gran mercado del mundo»? Xavier Albertí cree que sí, y convence de ello a los espectadores con una puesta en escena del texto -tan profundo como ingenuamente didáctico- dinámica, divertida y un punto disparatada en la que, sin embargo, el mensaje «buenista» de Calderón de la Barca está meridianamente expuesto,

La mayoría de las puestas en escena contemporáneas de los autos sacramentales -José Tamayo hizo alguna magnífica- ponían el acento en la monumentalidad, en la grandiosidad, y la escenografía buscaba acompañar de este modo los textos. Albertí opta sin embargo por devolverle a la parabólica historia de «El gran mercado del mundo» su terrenalidad, de transformar teología por filosofía, y demuestra además que, por mucho que hayamos evolucionado, los seres humanos no estamos tan lejanos de nuestros congéneres de hace cuatro siglos. Un carrusel de feria con coches es el escenario básico de esta historia de bondad y maldad, que Albertí convierte en un brillante musical, para el que cuenta con un extraordinario reparto en el que brillan especialmente Silvia Marsó, Jorge Merino y Antoni Comas.

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