El arrojo de abrir una sala teatral en tiempos del covid
Nace en Madrid Urban Teatro, con Débora Izaguirre y Adolfo del Río como responsables
Crear un espacio teatral es siempre un ejercicio de arrojo (huelga decir que se convierte en estos tiempos en casi una temeridad). Por eso hay que aplaudir la valentía que ha tenido la compañía Arrojo Teatro (su nombre lo dice todo), que encabezan Débora Izaguirre y Adolfo del Río y que han levantado el telón de Urban Teatro , una sala situada en el barrio de Pueblo Nuevo, en Madrid.
«Pretende ser un espacio teatral dedicado al desarrollo humano a través de la creación -dicen sus responsables-; es un espacio multidisciplinar al servicio del desarrollo artístico y cultural». El lugar cuenta con un escenario de 80 metros cuadrados y un aforo de 92 personas.
' Fuga de cuerpos ', una obra escrita por María de Velasco , ha sido la encargada de levantar el telón del espacio. El propio Adolfo del Río dirige a Claudia Ruiz / Carmen Prada, Marcos Montijano /Álex Céspedes, Miriam Velasco / Ariadne Serrano y Gaizka Pasalodos.
«Desde que llegó a mis manos 'Fuga de cuerpos', de María Velasco, sentí el impulso de montarla -dice Del Río-, no sabía muy bien por qué, pero sí que quería navegar por esta obra y adentrarme en la contradicción de sus perdidos personajes. Trabajando un poco más en el texto, me di cuenta de que esa contradicción era la mía y de que, quizás, dirigirla me ayudaría a encontrarme conmigo mismo».
La obra cuenta la historia de Laila y Leo , «que tras separarse intentan encontrarse a sí mismos por separado, ayudados de trabajo social y de terapia de grupo. El viaje les llevará a darse cuenta de todas las dificultades de patrones adquiridos, patrones de género aprendidos en sus entornos familiares. La vida de los dos comenzará realmente cuando acabe la función».
«Hablamos mucho de una fuga de cerebros de una generación preparada y sin posibilidades. Esta comedia desgarradora nos habla de la 'fuga de cuerpos', inherente también a esta generación. Cuerpos que se van, huyendo del compromiso y de la responsabilidad de madurar», concluye Del Río.
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