«Agua, azucarillos y aguardiente», una noche (juvenil y zarzuelera) en Recoletos
El Teatro de la Zarzuela presenta su cuarto título del Proyecto Zarza, creado por y para jóvenes
«El Proyecto Zarza es mi niño mimado», reconoce Daniel Bianco , director del Teatro de la Zarzuela . Y este proyecto, que pretende hacer zarzuela por y para los jóvenes, presenta su cuarto espectáculo: « Agua, azucarillos y aguardiente », de Federico Chueca (en años anteriores se puso en escena «La revoltosa», «El dúo de La Africana» y «La verbena de La Paloma»). La adaptación del libreto es de Nando López , la adaptación de la partitura y la dirección musical de Óliver Díaz , y la dirección escénica de Amelia Ochandiano .
«Agua, azucarillos y aguardiente» es uno de los títulos más populares del género chico , las zarzuelas en un acto tan habituales en teatros como el Apolo , donde se estrenó el 23 de junio de 1897. A él regresó en septiembre de ese año (tras representarse en el Teatro Príncipe Alfonso en el verano) y se ofrecieron doscientas representaciones seguidas.
El Proyecto Zarza se caracteriza, además de por la juventud de sus intérpretes , por la transformación de sus libretos, convertidos en historias más accesibles al público de nuestros días -al menos teóricamente-. Amelia Ochandiano y Nando López han querido sin embargo mantener la historia original -el libreto es de Miguel Ramos Carrión -, que presentan envuelta en otra historia actual. Y es que asegura la directora que «la almendra de los conflictos es la misma, y muchos conflictos son los mismos que hay ahora». No hay, coinciden ella y Óliver Díaz, una estructura narrativa importante, sino que se presentan postales veraniegas del Madrid de la época, con figuras como los barquilleros, los militares, las criadas. «Son una sucesión de postales del Madrid de la época y de danzas», dice el director de orquesta, que ha adaptado la partitura para un octeto más piano, con la novedad de incluir en él un acordeón, con el que quiere recrear el perfume musical de entonces.
La amistad de Pepa y Manuela, dos aguadoras del paseo de Recoletos, es la que alimenta el final de la obra -con el número musical más interesantes-, y Amelia Ochandiano ha querido subrayarlo en su montaje. «Esa amistad es el conflicto fundamental de «Agua, azucarillos y aguardiente»», explica la directora, que resume así el montaje: «es la recreación poética de una noche de verano de hace un siglo».
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