«Adiós, Arturo»: un velatorio muy teatral

La Cubana presenta en Madrid su nuevo espectáculo, en el que trae a escena el mundo de los funerales

Una escena de «Adiós, Arturo» ABC
Julio Bravo

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Arturo Cirera Mompou ha muerto a los 101 años. Pintor, escritor, escultor, compositor, director, actor y coleccionista de arte, entre otras cosas, dejó escritas sus últimas voluntades hacía años. No quería un funeral, sino una fiesta, y como ninguna empresa funeraria está preparada para ello, la encargada de organizar esta fiesta es la compañía teatral La Cubana . «Arturo –explican sus responsables– ha querido que este acto se celebrará en Madrid, la ciudad que le vio nacer, siguiendo así su filosofía de vida de que “las cosas buenas siempre han de terminar allí donde empezaron”, y que en lugar de un espacio religioso se celebrara en el Teatro Calderón , cerca de donde él nació, y por el que siempre ha sentido un cariño especial».

Quienes se acerquen al Teatro Calderón de Madrid en las próximas semanas se encontrarán pues con «Adiós, Arturo» , la despedida que La Cubana le ofrece a este imaginario prohombre, y con el que la compañía catalana, además, celebra cuarenta años de trayectoria. «Con nosotros –recuerda Jordi Milán– volvió el teatro a la Gran Vía; fue en 1995, con “Cegada de amor”. Luego ya vinieron el resto de musicales».

«Adiós, Arturo» es, reconoce el propio Milán, más de lo mismo. «Va de lo mismo de siempre; de lo que sabemos hacer y hemos hablado en nuestros anteriores espectáculos:de teatro. Del teatro de la vida. Lo cierto es que nos repetimos como si fuéramos loros». (Por cierto: un loro llamado Ernesto era la única compañía de Arturo Civera Mompou).

Dentro de este «teatro cotidiano», La Cubana ha puesto su punto de mira en «el mundo de los entierros, los funerales y los velatorios;de las frases hechas que empleamos en ellos, y de la mucha teatralidad que se vive en estas ceremonias. Pero que nadie se asuste –dice Milán–, porque el espectáculo es cien por cien alegre y divertido;en él hay humor, color, música, parafernalia y participación».

«Tocamos un tema muy teatral –explica–, que aun siendo un tema triste y luctuoso puede llegar a ser muy divertido. Antes de ponernos manos a la obra, quisimos encontrar una fórmula que distanciara al espectador de cualquier recuerdo personal relacionado con el tema. Creemos que hemos encontrado esta fórmula».

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