40 años de humor a la cubana
La compañía catalana, uno de los referentes de teatro español, celebra sus primeras cuatro décadas de vida
Octubre de 1980. Apenas han transcurrido dos años desde que se aprobara la Constitución en España. Todo el país vive una efervescencia creativa que en Madrid se traduciría en La Movida . En Cataluña esa ebullición se refleja especialmente en los escenarios, con el nacimiento de grupos tan distintos como La Fura dels Baus , Dagoll Dagom o Tricicle ; la localidad barcelonesa de Sitges se convierte, gracias al festival de teatro que dirige Ricard Salvat, en un faro para todos los que quieren hacer teatro no solo en Cataluña, sino en España. Y en ese mes de octubre, dos jóvenes, Vicky Plana y Jordi Milán crean una compañía de teatro, a la que bautizan como La Cubana .
Cuatro décadas después –el jueves celebraron el aniversario con una función especial de «Adiós, Arturo» , en el teatro Calderón de Madrid–, La Cubana sigue en pie y es, hoy en día, una de las principales referencias del teatro popular español. No en vano, su origen es el teatro aficionado; de hecho, el grupo no se profesionalizaría hasta 1983. «Había mucha tradición en Cataluña de grupos aficionados de teatro, que hoy todavía existen –dice Jordi Milán, creador y todavía director de La Cubana–. Muchos provenimos de ahí; todos los pueblos tenían un teatro, ¡en Sitges había tres!».
«Sin locura no hay creación»
«Aquél era otro momento –reflexiona–. Todos teníamos muchas ganas... No sabíamos de qué, porque nadie sabía nada. Las instuciones tampoco, y estaban abiertas a todo. Y se crea la ‘‘locura’’; yo creo que sin locura no existe la creación. Hoy en día, La Cubana no podría nacer, con tantas normativas, prohibiciones, lo políticamente correcto . En aquel momento no había miedo. Ahora sí».
Cuenta Jordi Milán cómo surgió el nombre de la compañía. «Vicky Planas y yo queríamos hacer teatro en la calle, cosas casuales, situaciones en metros y autobuses. Teníamos una lista de nombres; la madre de Vicky tenía una tienda modernista, ‘‘Modas Mercedes’’, que estaban repintando,y apareció debajo un cartel que ponía ‘‘La cubana’’;nosotros lo vimos en una noche de borrachera y nos gustó. En Sitges , los indianos se habían ido todos a Cuba, y se les conocía como ‘‘los cubanos’’. Así que nos gustó por lo que significaba de aventurero y por el aroma a revista que tenía el nombre».
Dieciocho espectáculos teatrales –desde «Dels vicis capitals» («De los vicios capitales) a «Adiós, Arturo» – y cinco programas televisivos conforman la biografía de La Cubana, por el que han pasado actores como José Corbacho, Santi Millán, Neus Sanz, Yolanda Ramos, Juan Ramón Bonet o David Fernández (el Chiquilicuatre ). «Han pasado casi doscientas personas por la compañía, entre actores, creativos y técnicos. La Cubana ha sido intuición pura –añade Milán–. El teatro es, para nosotros, un continuo volver a empezar. Es un arte efímero, y como tal se crea y se destruye cada noche; no se puede repetir. Nosotros no tenemos visión empresarial».
Madrid, asegura Jordi Milán, ha sido fundamental en el desarrollo de La Cubana . Fueron ellos los que, en 1996, reinauguraron la Gran Vía como arteria teatral, quitándole su lugar al cine. «Hicimos ‘’Cegada de amor’’; era la primera vez en muchos años que se hacía teatro allí». Pero no era su primera visita a la capital. «La primera vez que vinimos fue en 1984, con ‘‘Cubana’s Delikatessen’’;hacíamos acciones en escaparates de la calle Preciados, en la calle Montera...».
En comisaría
Acciones que, en una ocasión, terminaron en comisaría. «Hacíamos una acción llamada ‘ ‘Trampa para Teresa’’ ; era a la hora del cierre de las tiendas, y consistía en que iban tres señoras y una se quedaba encerrada al bajar el cierre automático. Algunas personas le preguntaba, y ella contaba que sus amigas habían ido a buscar al propietario; y la gente se iba amontonando. Volvían las amigas, y era muy divertido. Después venían actores que hacían uno de cerrajero, otro de bombero... Algunos se enteraban de que era teatro, otros no... Y pasó que vino un coche de la Policía , que no se había enterado, al ver el tumulto –nosotros teníamos todos los permisos, incluido el del Ministerio de Cultura–. Algunos pensaron que los policías eran actores y empezaron a bromear con ellos; les decían ¡qué bueno estás! Y se empezaron a mosquear. Seguimos con la acción y yo me identifiqué, lo mismo que un representante del Ministerio de Cultura : nos detuvieron a los dos, y a los actores que hacían de cerrajero y de bombero. No pudimos salir de la comisaría hasta las cuatro de la mañana».
«Nunca imaginamos que La Cubana sería lo que ha sido –confiesa Milán–. Pensábamos que íbamos a estar un año gamberreando».Y es que, aunque la palabra «gamberro» no le guste demasiado, sí define el estilo de la compañía. «Lo que queremos es disfrutar haciendo cosas que nos gustan mucho. Y, encima, poder ganarnos la vida con ello. Y ese espíritu, cuarenta años después de nacer, sigue en el corazón de La Cubana .