Carmelo Gómez: «Pedro Crespo es un hombre íntegro, fiel a sí mismo»

El actor leonés encarna al protagonista de «El alcalde de Zalamea» en la producción de la CNTC del texto de Calderón

Carmelo Gómez: «Pedro Crespo es un hombre íntegro, fiel a sí mismo» Óscar del pozo

JULIO BRAVO

La Compañía Nacional de Teatro Clásico abre hoy su temporada; lo hace regresando a su antigua sede, el teatro de la Comedia , y con una de las más grandes obras de la historia del teatro español: « El alcalde de Zalamea », de Pedro Calderón de la Barca . La dirección es de Helena Pimenta y en el reparto destacan Carmelo Gómez, Nuria Gallardo, Joaquín Notario, Clara Sanchis, Jesús Noguero y Rafa Castejón .

Carmelo Gómez , en su vuelta al teatro clásico -todavía se recuerda su trabajo de « El caballero de Olmedo », bajo la dirección de Miguel Narros -, encarna a Pedro Crespo , personaje inabarcable, al tiempo oscuro y luminoso. «Es Calderón... -dice, como mayor explicación-. Yo nunca había hecho a Calderón. Lope es más festivo , más popular, más cercano. Exalta la vida, exalta las relaciones pasionales, y describe muy bien la pasión, el amor. Pero Calderón es más conceptual , y obviamente más profundo. Y cuando entras ahí... "El alcalde de Zalamea" es una reflexión, más que sobre el amor, sobre el poder , sobre los valores y sobre la invasión de un grupo poderoso sobre otro aparentemente más débil».

El actor leonés asegura que encuentra todavía a Pedro Crespo en los hombres en su tierra : «es alguien que vive muy pegado a sus razones y que no admite las razones de los demás: un intolerante. Sus razones son buenas, son indiscutibles... Pero vivir tan pegado a sus razones le hace intratable ». Sin embargo, hay muchas cosas que le gustaría tomarle prestado al personaje: «Tiene unos valores que a mí me encantan -sigue Carmelo Gómez-. Le he tenido un poquito de manía, pero ahora le quiero mucho. Es muy fiel a sí mismo ... Demasiado. Lleva todo al límite, eso no lo quiero de él. Pero sus principios me gustan mucho. De Pedro Crespo me gusta que es un hombre íntegro, de una pieza, fiel, sano y que no va a traicionar a nadie. Y que quiere mucho a su familia, la trata muy bien, aunque les protege demasiado; tanto, que los ahoga, como hacía la "Bernarda" de Lorca».

Dice Carmelo Gómez que Pedro Crepo tiene «una mirada valiente y muy moderna. Es consciente del cambio de sociedad; toda la nobleza se hunde y viene una nueva sociedad, que es la de los que viven de su trabajo. Y él quiere pertenecer a esa clase ; puede comprar una ejecutoria y ser noble, porque es un hombre rico; pero no quiere pertenecer a una clase que no le interesa para nada y con la que no se identifica. En eso es muy moderno . Pero es muy clásico en sus normas, y no admite el diálogo. Esa es su gran contradicción ».

No puede ocultar el actor una pasión arrebatada por la obra de Calderón, y araña el texto para sacarle el mayor provecho posible a las palabras. Asiente cuando se le dice que Calderón, hoy, tiene mucho más que decir que la mayoría de los autores contemporáneos, y recurre a una metáfora. «En un momento determinado de la época romana se prohibieron las esculturas de mujeres desnudas. Y se inventan los paños mojados, que por otro lado son infinitamente más eróticos. Calderón, como Cervantes, como a otros tantos clásicos que tienen que luchar contra una censura fuerte, tuvo que agudizar el ingenio de tal forma que nos cuentan, más que con las palabras, con lo que no está escrito, solo con lo aludido, Y eso hace que se expanda todo el proceso literario y de contenido. Creo que esta obra tiene mucho de eso, de haber pasado en su momento una censura, pero que está llena de retazos en los que ves lo que estaba contando. Eso la hace muy grande ».

Una de las características más contemporáneas del teatro del Siglo de Oro español es la modernidad de sus mujeres. También lo hace Calderón, según el actor. «Isabel (Nuria Gallardo) -relata-, después de ser violada, reclama su derecho a ser oída. Y cuando le cuenta cómo se siente a su padre le dice: ¡Y ahora, mátame! Isabel es la "más hija" de Pedro Crespo, la que más se parece a su padre. Mucho más que su hijo. Ella sola tiene una obra propia. Y cuando Pedro Crespo se enfrenta a sus valores, atado y después de haber sido apaleado, y ve a su hija dolorida, violada, destrozada, contar con esas razones lo que cuenta, gira. Y ya no tiene ninguna necesidad de matar, sino de vengarse. Ahí es donde la historia pega un cambio total. Ese es el momento vehicular de la función, es la línea que separa lo racional y lo asible de aquello que entra en la pasión y ya no se puede parar, no tiene control».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación