Vanesa Romero: «Hacer de tonta graciosa es muy difícil»
La actriz, inmersa ya en el rodaje de «La que se avecina», estrena el día 2 de septiembre «El clan de las divorciadas», una obra que acumula 3 millones de espectadores en Francia
El despertador de Vanesa Romero (Alicante, 1978) suena en torno a las cinco de la mañana. A esa hora se pone en pie para grabar nuevos capítulos de «La que se avecina» , la serie por la que mucha gente la saluda por la calle al grito de «¡Raquel!». Lleva cerca de diez años saliendo en televisión con regularidad pero es una actriz de teatro relativamente joven, con unas pocas funciones encima. A partir de septiembre estará en el Teatro Muñoz Seca poniendo rostro y acento british a «Mary», la integrante más joven del «Clan de las divorciadas».
—En «El clan de las divorciadas» harás de extranjera guapa, ¿Qué nos vamos a encontrar?
—Es la rubia despistada, la british, con su acento y sus historias. Es una persona muy extremista, un poco bipolar, que está muy happy pero cuando le sacan el tema sentimental y de las parejas se echa a llorar. Es un personaje, dentro del topicazo de la rubia tonta , que en realidad no es tan tonta. En verdad se hace la tonta para conseguir sus propios objetivos y es un personaje bastante rico en matices. Es una persona ardiente, muy sensual, creo que los tres personajes de la obra están muy bien definidos. Me gustó el personaje y me apetecía trabajar encarando las cosas desde otro punto de vista.
—¿Qué otro punto de vista?
—En la tele todo es mucho más rápido. No tienes tanto tiempo para ensayar, llegas...
—Es más rápido pero trabajáis con red
—Sí, pero es diferente. A mi particularmente me gustan más las cosas del tirón. Empezar una cosa y terminar. Que si de repente te equivocas no pasa nada. A mi me gusta el directo, estar en contacto con el público, que pasen cosas en escena y poder resolver. ¿Y si te equivocas? Bueno, pues qué le vas a hacer, aprendes de la situación, lo solucionas. En la tele esa energía continua del teatro se corta. Se tira mucho de técnica en televisión para recrear las emociones. En teatro es todo más armónico , y tienes a lo mejor un mes a preparar los personajes.
—Ya estáis grabando «La que se avecina», ¿Cómo lleva este pluriempleo?
—Pues para compaginar televisión y teatro ya te tiene que gustar mucho porque la paliza que te metes es brutal. Te levantas a las cinco de la mañana, grabas, llegas a casa, viene un función, luego otra, ensayas... Es una locura, una locura. Por eso cuando leí el personaje pensé que podía ser interesante a nivel profesional para mí.
—Ahora que empiezas en teatro, ¿Qué papeles te gustaría hacer?
—Yo intento vivir el día a día y no me planteo más allá. Tiene que haber una conexión y un enamoramiento, que te llegue un guión y pienses, «Esto me gusta, creo que me puede enriquecer». Yo no miro las cosas por si va a tener éxito o no. Yo miro las cosas por cómo me van a enriquecer como actriz y a nivel personal. Me encanta aprender, vivir experiencias y avanzar. ¿Pasar de la comedia a hacer drama? Bueno, es que cuando te gusta interpretar da igual. Si te gusta interpretar es que te gusta interpretar. Hacer de tonta graciosa es muy difícil. Parece que es fácil y para nada. Es arriesgado en muchos sentidos. No puedes enjuiciar al personaje .
—¿Te gusta más la tele o el teatro?
—Me gusta interpretar. Son maneras diferentes de hacerlo pero al final te puede molar la adrenalina del teatro, del directo y el público... Pero luego está la tele y el cine que interpretas pero de otra manera.
—¿Pero renunciarías a la tele?
—Jamás renunciaría a la tele. Jamás. La tele me lo ha dado todo. Gracias a ella tengo obras de teatro y me llegan propuestas interesantes que he acabado aceptando. Se lo debo todo.
—¿No cambiarías nada de lo que te ha dado?
—Nunca.
—Ni si quiera pasarte la vida con gafas de sol.
—No... Creo que al final es una consecuencia. Es que la gente se acerca con tanto cariño y te dicen tantas cosas bonitas... Me compensa. Hay días que puedas estar más o menos cansado pero yo nunca le voy a negar una foto ni un autógrafo a nadie. Creo que forma parte de todo esto. Yo lo veo así. Pierdes la privacidad pero la gente te quiere, te admira, te cuenta sus cosas... Es algo especial, bonito y a día de hoy no renunciaría a ello. Ellos son los que deciden con el mando de la televisión, y el día que no quieran será el día que se acabe «La que se avecina». Al igual que en el teatro, ellos son los encargados que una obra funcione o no, de llenar el teatro. ¿Cómo negarles eso? ¿Sabes? Yo no puedo.