«El arte por delante»: tibieza flamenca

A Rojas y Rodríguez (Ángel Rojas y Carlos Rodríguez) no se les puede negar su permanente búsqueda de nuevas vías de expresión, de nuevas formas que amplíen su universo artístico. Son tan inquietos como inconformistas, y pasan de espectáculos como «Titanium» -donde la danza española dialoga y se funde con el hip hop y la danza contemporánea- a este «El arte por delante», con el que se ha inaugurado un nuevo ciclo en la capital: «Flamenco Madrid».

«El arte por delante» es un espectáculo creado hace más de un año por Ángel Rojas para «El corral de la Morería», uno de los grandes tablaos madrileños. Con él, el bailarín madrileño quiere recuperar el sabor de los tablaos de antaño, de los cafés cantantes, y de varias generaciones de artistas que trataron -y tratan todavía- en esos minúsculos escenarios, con los sones de la guitarra mezclándose con el tintineo de los hielos contra las paredes de las copas, de hacerle un hueco al duende y al arte.

Ese perfume tan añejo y al mismo tiempo tan inspirador domina el espectáculo, con un escenario dividido en tres espacios acotados por antiguas candilejas. Hay cariño, respeto, admiración, entrega, entusiasmo y calidad, todo ello apreciado por el público del estreno, que ovacionó a los intérpretes puesto en pie. Queda, sin embargo, un extraño regusto tras ver el espectáculo; un buen espectáculo, sin duda. Pero en el que la palabra arte no termina de colarse dentro. Al baile flamenco de Ángel Rojas y Carlos Rodríguez les falta ese nosequé -llámese duende, llámese pellizco- que transforma lo bueno en extraordinario. La farruca del primero está demasiado afectada, demasiado sufrida, mientras que al baile de Rodríguez, técnicamente impecable, le falta frescura y naturalidad. Ellos son dos excelentes bailarines, pero éste no es su mejor registro, como tampoco el de Pol Vaquero, otro fantástico bailarín. La Lupi, ella sí flamenca, mostró su baile antiguo y siempre divertido.