«¡Atchúusss!, el lado humorístico de Chéjov
Malena Alterio, Ernesto Alterio, Enric Benavent, Adriana Ozores y Fernando Tejero forman el reparto del espectáculo
Mientras estudiaba Medicina en Moscú, y para ayudar económicamente a su familia, Anton Chéjov escribió en revistas y periódicos numerosos cuentos, diálogos y textos, la mayoría satíricos y humorísticos. Varios de ellos son la columna vertebral de «Atchúusss!!!», un espectáculo dirigido por Carles Alfaro e interpretado por Malena Alterio, Ernesto Alterio, Enric Benavent, Adriana Ozores y Fernando Tejero, que hoy sube al escenario del teatro de La Latina.
El resfriado es el nexo de la dramaturgia que firman Benavent y el propio Alfaro. «Chéjov era médico -explica el autor- y, como enfermedad más común, seguro que por su consulta pasaron muchos pacientes con este problema, y en esta función se convierten en los personajes de las historias. Pensamos en el resfriado porque es una enfermedad ligera y común, a la vez que contagioso». «El estornudo -profundiza Alfaro- es algo involuntario, y los personajes tampoco pueden controlar su destino».
Un viejo actor convertido en acomodador de un teatro, Dimitri -personaje tomado de «El canto del cisne», un pequeño estudio dramático de 1886- es, junto al pianista del teatro, el hilo conductor de la función, en la que se incluyen textos del autor ruso como «El estornudo», «La seducción», «La institutriz», «El oso», «La petición de mano», «La criatura indefensa» o «El daño que causa el tabaco». «Queríamos -dice Benavent- que hubiera el mayor número de palabras de Chéjov.
Fue Fernando Tejero el impulsor de esta «reunión de amigos», como la califican los cinco intérpretes, que se desdoblan cada uno en varios personajes, hasta cuatro en alguno de los casos: desde una apocada y conformista institutriz hasta un servil y acobardado funcionario, una desconsolada viuda o un seductor impenitente. «Es un parque de atracciones», dice Ernesto Alterio de la función, en la que él se encarga, al piano, del clima musical (también canta una canción junto a su hermana Malena, con la que debuta en el teatro).
El criterio de selección de los textos, dice Benavent, ha sido encontrar al Chéjov que nos apetecía: «Son piezas muy vitales: puro ingenio, pura alegría. Ha sido difícil elegir los textos porque había mucho y muy buen material». El espectáculo, planteado como «un ejercicio de voyeurismo sobre la condición humana», según palabras de Carles Alfaro, muestra una vez más, la capacidad de Chéjov para adentrarse en el interior del ser humano, en este caso con «una luminosidad claramente tragicómica y un sentido del humor transparente y sutil. Queremos dar a conocer la faceta menos conocida del autor».
Un autor, Anton Chéjov, que es uno de los pilares de la historia del teatro, y cuya trayectoria vital y dramática estuvo condicionada por su enfermedad, la tuberculosis, Hace unos días, Ángel Gutiérrez señalaba, a propósito del estreno de su versión de «El jardín de los cerezos», que precisamente su sufrimiento era uno de los factores que movía a Chéjov a la compasión y la piedad. Alfaro se refiere a esta misma característica del dramaturgo, que ya en estos textos convirtió en protagonistas a figuras que hasta entonces solo estaban en segunda fila. «Muchísimos hombres, mujeres, niños y hasta animales, cada uno de ellos con sus mezquindades y sus heroismos, sus cobardías, sus avaricias, sus ansiedades, sus hastíos, sus enfermedades, sus ilusiones, sus ridiculeces, sus pequeñas osadías y sus grandes arrepentimientos. Y no en bloque, sino -y esa es su genialidad- de uno en uno, como sin duda se merecían; es decir, nos merecemos».
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