El festival de Otoño a Primavera presenta el «Cyrano» dirigido por Lavaudant
Patrick Pineau interpreta en los teatros del Canal al mítico narigudo creado por Edmun de Rostand
«¡Bienvenido, Cyrano de Bergerac! No seca / el tiempo el lauro; el viejo corral de la Pacheca / recibe al generoso embajadroa del fuerte / Molière. En copa gala Tirso su vino vierte». Así recibía el poeta nicaragüense Rubén Darío la llegada a España, en 1899, de «Cyrano de Bergerac», una obra de Edmund de Rostand que se había estrenado en París dos años antes. Cyrano, uno de los grandes personajes de la historia de la literatura dramática, vuelve ahora a nuestro país -«tu nariz y penacho no están en tierra extraña», escribió también Rubén Darío- de la mano de una de las grandes figuras de la escena europea: el director francés Georges Lavaudant. El festival de Otoño a Primavera presenta en los teatros del Canal una producción de la compañía de Lavaudant, LG théâtre, estrenada en el Les Nuits de Fourvière de Lyon hace dos años (antes la montó en el teatro Mali de Moscú) y que, como destacó la crítica, «se mece a caballo entre la comedia y la tragedia». «esta obra maestra de pirotecnia verbal es como un autorretrato asumido -y eso hasta la caricatura- de lo que se ha convenido en llamar “el espíritu francés” -ha escrito el autor de la dramaturgia, Daniel Loayza-. Para dibujarlo, Rostand compone un magnífico monstruo, una quimera: un amante de gran estilo ataviado con una máscara de Comedia del Arte, con algunos genes en sus cromosomas del Capitán, de Quasimodo, de Alcestes o de “El hombre que ríe”. Y sueña, a su medida, la biografía ejemplar y barroca de un mártir de la vivacidad, de la galantería y de la elocuencia “nacionales”, buenísimo perdedor y fascinante, sobre todo, porque todas sus cualidades son fruto de una sublime voluntad de hacer arte».
Lavaudant, que en 2006 dirigió en el teatro de La Abadía la obra de Dürrenmatt «Play Strindberg», con Nuria Espert, José Luis Gómez y Lluís Homar, es, sigue Loayza, «sensible a las identidades que se construyen dudando de ellas mismas, empujadas hacia adelante por su herida».
El poeta, dramaturgo y pensador francés Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac , que vivió entre 1619 y 1655, inspiró a Edmund Rostand para crear su más inmortal personaje, un soldado y poeta acomplejado por su enorme nariz. «Al firmar con la punta de su espada y con su pluma -continúa Daniel Loayza-, Cyrano, nacido del exceso, es siempre “demasiado” Cyrano, superlativamente divertido, incomparablemente valiente. Siempre actuando y aspirando a ese instante de éxtasis en el que podrá desnudarse, decir lo que tiene prohibido decir y descubrir, por fin, quitándose la máscara de la fealdad, el verdadero rostro con el que sueña. Es como si este hombre-penacho viviese solo del crédito procedente de su propio vacío y cuyos intereses paga con bonitos gestos y bellas palabras ardientes, brillantes, espirituales a más no poder, lastradas con el peso de una existencia que se sabe vacía y frágil».
Patrick Pineau , actor y director francés con una gran experiencia en el repertorio clásico -entre otros títulos, ha interpretado «El mágico prodigioso», de Calderón de la Barca, y una versión de «Don Quijote» dirigida por él mismo), encarna a Cyrano de Bergerac. El reparto incluye a Marie Kauffman, como Roxana, y a Frédéric Borle, como Christian. La escenografía y el vestuario son de Jean-Pierre Vergier.