«El lenguaje de los ojos» rescata la modernidad de Pierre de Marivaux

Amelia Ochandiano dirige el montaje, protagonizado por Cristina Castaño, que hoy llega a las Naves del Español

«El lenguaje de los ojos» rescata la modernidad de Pierre de Marivaux ABC

julio bravo

Pierre de Marivaux (1688-1763) «ha estado siempre a la sombra de Molière, y ha sido eclipsado por él», dice Amelia Ochandiano. Sin embargo, afirma la directora, fue un autor adelantado a su tiempo, «con una concepción teatral muy moderna, sobre todo por la elaboración de sus personajes femeninos y por su uso del subtexto, en el que fue un precursor». Amelia Ochandiano ha vuelto su mirada hacia Marivaux, al que descubrió en los años noventa gracias a Miguel Narros, y ha puesto en pie «El Príncipe travestido», una obra que el autor francés estrenó en 1724. Su versión, que ha titulado « El lenguaje de los ojos » y que se estrenó en Cáceres en junio del pasado año, llega ahora a las Naves del Español, en Matadero Madrid., donde estará hasta el 22 de marzo Componen el reparto Cristina Castaño, Íker Lastra, Juan Gea, Juanjo Cucalón, Mariola Fuentes e Itziar Atienza.

«Marivaux situó la obra en España, una España irreal -cuenta Amelia Ochandiano -, y eso me animó a montar este texto, que permite una puesta en escena contemporánea y que es un texto bello, ingenioso, sorprendente y, sobre todo, oportuno». Sobre el cambio de título, la directora explica que «hay muchas referencias en el texto a lo que decimos con la mirada, que puede ser distinto a lo que se dice con las palabras».

En «El lenguaje de los ojos», la protagonista, la princesa de Barcelona, se ha enamorado de un hombre misterioso que capitanea su ejército, pero duda de que sea la persona con la que debe casarse, y le pide a Hortensia, su amiga y confidente, que investigue sus orígenes. Esta, por su parte, está enamorada del mismo hombre, y se debate entre sus sentimientos y la fidelidad a su amiga. Rodeando esta doble historia de amor, hay intrigas y sobornos que convierten la función en un juego donde con las palabras pocas veces se dice lo que se expresa con la mirada.

«La obra es actual porque habla, fundamentalmente, de la esencia del ser humano -dice Amelia Ochandiano-; del conflicto entre los sentimientos y el deber, del amor, de la amistad, de la corrupción, de cómo nos engañamos a nosotros mismos... Cuestiones absolutamente contemporáneas». «Marivaux -continúa- tiene una doble cara que siempre me ha resultado fascinante; por un lado es un autor que nos induce al juego, a la alegría de la fiesta, a la comedia y al enredo, pero también a una parte más oscura, más cruel y miserable de nosotros mismos, pero siempre con salida, siempre deja resquicio a la ternura y a la dignidad».

Confiesa la directora que su intención «sería poder trasmitir ese escalofrío que te provocan los clásicos cuando, a pesar del tiempo trascurrido desde que fueron concebidos, siguen hablando al hombre contemporáneo, trascienden en el tiempo y nos hablan de nuestro día a día, de nuestra esencia, de lo que perdura y perdurará a través de los tiempos». Por este motivo, aunque el montaje presenta una estética atemporal y una recreación del vestuario de la época, no ha querido actualizar el texto para no perder ese escalofrío. «Es un cuento atemporal de época pasada, manteniendo el lenguaje, que es muy bello pero nada alambicado». «El lenguaje de los ojos», resume Amelia Ochandiano, «es una función que te agarra y no te suelta».

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