CRÍTICA DE TEATRO

«El eunuco»: Golfus de Atenas

El teatro de La Latina presenta esta divertida obra de Jordi Sánchez y Pep Antón Gómez basada en el texto de Terencio

«El eunuco»: Golfus de Atenas abc

JUAN IGNACIO GARCÍA GARZÓN

Si en «Golfus de Roma» -la adaptación fílmica que Richard Lester filmó en 1966 del musical de Stephen Sondheim- el argumento se inspiraba en textos de Plauto, el punto de partida de «El eunuco» es otro autor latino, Terencio. Y bien podría titularse «Golfus de Atenas» esta versión libérrima de Jordi Sánchez y Pep Antón Gómez, que comparte con la película de Lester la atmósfera risueña con vitola clásica, las idas y venidas vodevilescas de los protagonistas y los números musicales que salpican la acción. Algo, por otra parte, en consonancia con los cánones de la comedia romana, compuesta por una sucesión de cuadros y, frecuentemente, fragmentos musicales, que tomaba como modelo el mundo griego y cuyos personajes iban vestidos a la usanza helena; una añagaza para evitar la censura, pues no estaba bien visto situar hechos de carácter frívolo en la capital del imperio.

Publio Terencio Africano (194 a. C. - 159 a. C.) era de origen bereber y antes de triunfar como autor fue esclavo. De las seis obras que escribió, la más divulgada es «El eunuco», fechada en torno al año 161 a. C. y que se articula en torno a los esfuerzos de la madura cortesana Tais (Anabel Alonso) para mantener vivos los afectos de dos pretendientes que pugnan por ella con sus regalos: uno poco pudiente pero apuesto (Antonio Pagudo) y el otro, un militar fanfarrón y forrado (Pepón Nieto). El primero quiere competir con el segundo en magnanimidad y envía a Tais un eunuco que es suplantado, con ayuda del esclavo Parmenón (Jorge Calvo), por el hermano menor del regalador (Alejo Sauras), que quiere colarse en casa de la cortesana para conquistar el amor de una esclava (María Ordóñez) regalada por el otro pretendiente.

Sánchez y Gómez respetan el planteamiento y reescriben totalmente y de manera muy libre la comedia, añadiendo unos personajes, rebautizando a otros y redondeando, en suma, un descacharrante espectáculo de estupendo acabado, con números musicales graciosísimos y excelentes interpretaciones. Todos tienen momentos de lucimiento, con especial mención, sin desmerecer a los demás, a la Tais de Anabel Alonso, dueña y señora del escenario; el militar compuesto por Pepón Nieto, el soberbio Parmenón de Jorge Calvo y la esclava cotorra que borda María Ordóñez. Imaginativa y versátil la escenografía neutra y movediza de Eduardo Moreno (un cubo que se transforma en laberinto), muy bien ajustada la iluminación de Miguel Ángel Camacho, y vistoso el vestuario ecléctico de Sandra Espinosa que mezcla las referencias clásicas y un aire belle epoque.

«El eunuco»: Golfus de Atenas

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