«Esta obra trata sobre un hombre que se convierte en burro: eso está ocurriendo hoy en día»

Rafael Álvarez «El Brujo» presenta «El asno de oro», de Lucio Apuleyo, en los teatros del Canal

«Esta obra trata sobre un hombre que se convierte en burro: eso está ocurriendo hoy en día» jero morales

JULIO BRAVO

Dice Albert Boadella que los actores son, de algúin modo, los descendientes de los brujos de las tribus. En ese papel se siente muy a gusto Rafael Álvarez, a quien un compañero de estudios le puso hace años el sobrenombre de «El Brujo», y que él incorporó a los carteles. Desde hace años trabaja solo en el escenario, con espectáculos que siguen una línea similar, y que tienen un gran tirón popular. Hoy trae a los teatros del Canal «El asno de oro», adaptación de una novela de Lucio Apuleyo , que se estrenó en el festival de Mérida de 2013.

«El protagonista, Lucio -cuenta El Brujo -, convertido en asno, vive con su alma humana en el interior de un cuerpo animal un largo espacio de tiempo hasta recobrar su forma humana otra vez con la luz ahora de un nuevo nacimiento. Es una historia de caída y redención, de crisis y conversión». La obra (también conocida como « Las metamorfosis ») nunca se ha llevado al escenario, pero el actor , al leerla, pensó enseguida en un monólogo. «Es un hombre que se convierte en burro: eso está ocurriendo hoy en día».

A pesar de que la novela de Apuleyo es del siglo II d.C., El Brujo se las ingenia para introducir elementos de actualidad. «"El asno de oro" tiene que ver, por ejemplo -dice el actor - con Podemos: no se han dado cuenta de que son tan asnos como Bárcenas. Todos tenemos -añade- parte de Aznar y de Willy Toledo».

En la novela, precedente, según el actor , del Lazarillo de Tormes y de la picaresca, Lucio recupera su condición humana comiendo rosas; es decir, alimentándose de la belleza. El teatro, dice El Brujo, «tiene la dimensión de tocar zonas ocultas del psiquismo humano, que a mi me interesa mucho; las cuestionamos y salimos del dogmatismo, entramos en una catarsis. Es un instrumento terapéutico».

El teatro, insiste, es una ceremonia, y tiene como destinatario al público, que es el único objetivo del actor . «A la hora de adaptar la novela pienso en que el público está ahí y se la tengo que contar. Y pienso en hacerlo de modo que le lleguen la risa, la sustancia del texto y el alimento energético que lleva dentro. A mí me gusta ser esclavo de los deseos del público; quiero complacerle, no escupirle. Para eso ya está la Fura». El humor, los comentarios irónicos sobre la actualidad, le sirven para relajarlo y poder introducir entonces elementos de mayor altura: «Aquí, en el Canal, comienzo la función recitando en latín unos versos de "La Eneida"; si fuera en otro escenario a lo mejor no lo haría».

Para esa ceremonia, Rafael Álvarez «El Brujo» se presenta en esta ocasión vestido con un frac blanco. Hay varias razones. Una, que en sus anteriores espectáculos vestía de negro. «Hace años, Darío Fo -un maestro y un referente para mi- se presentó en Mérida con un traje blanco. Y yo, para el estreno de este espectáculo en el teatro romano, me vi con un frac blanco».

«Esta obra trata sobre un hombre que se convierte en burro: eso está ocurriendo hoy en día»

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