Aída Gómez: «Mi cuerpo es mi instrumento, por eso lo muestro»
La bailarina presenta su espectáculo «Adalí», un homenaje a Madrid, en las Naves del Español, en Matadero
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Un concierto en el que intervenía Juan Parrilla, un flautista flamenco con el que Aida Gómez ha trabajado en varias ocasiones, está en el origen de «Adalí», el espectáculo que ahora trae la bailarina a las Naves del Español, en Matadero Madrid . En aquel concierto escuchó una música que, asegura la intérprete, «me dejó impactada», y así empezó a gestarse un espectáculo que vio la luz en la Suma Flamenca de 2012. «Lo de ahora es un estreno en realidad, porque desde entonces lo he ido redondeando y dando forma».
« Adalí » es un homenaje a Madrid, tierra natal de Aída Gómez . «Aunque en el espectáculo hay gente de muchas procedencias -de Jerez, de Granada...-, es aquí donde nos hemos conocido y es aquí donde ha nacido este trabajo. Y como Juan Parrilla es gitano, quise una palabra en caló para el título del espectáculo. "Adalí" significa Madrid». Hay otro homenaje mucho más emocionante para Aida Gómez, que perdió recientemente a su padre. «Él trabajó toda su vida en el Matadero como matarife. Y la casualidad ha hecho que Juan Carlos Pérez de la Fuente me llamara para presentar ahí mi espectáculo. Y a él va dedicado».
Juan Parrilla es el director musical del espectáculo, en el que bailan, además de Aída, Christian Lozano y Eduardo Guerrero . Las luces son de Nicolás Fischtel y la escenografía de Alfonso Barajas . «Adalí -dice Aída Gomez- es un viaje al interior pero no al pasado del flamenco. Música y coreografía quieren enlazarse mirando hacia adelante».
Aída Gómez es una de las más relevantes figuras actuales de la danza española. Entró muy joven en el Ballet Nacional de España de la mano de Antonio Ruiz Soler; allí trabajó con artistas como Antonio Gades, Victoria Eugenia o José Antonio, y coincidió con Antonio Canales, Merche Esmeralda o Joaquín Cortés, entre otros. En la compañía de éste último estuvo al dejar el BNE, y después creó su propia compañía antes de ser nombrada, en 1998, directora del Ballet Nacional. Tuvo una salida traumática del conjunto, en el que vivió muchísimos problemas, y retomó la actividad nuevamente con su compañía propia; con ella ha hecho espectáculos como «Salomé», «Carmen» o «Permíteme bailarte».
«Adalí» es un espectáculo, dice Aída Gómez, que recorre el arco de la danza española, desde la escuela bolera hasta el flamenco, «siempre desde un punto de vista personal y con una estética particular. Yo quería que todos, bailaores y músicos estuvieran a gusto y tuvieran su espacio. Es una manera de implicarles».
«Ver bailar por derecho». Es lo que Aida quiere ofrecer al público con este trabajo. Todo traido, dice, a su estilo. «Yo no soy La Macarrona, y las Alegrías que bailo son más antiguas, con mi sello. Yo no pretendo decirle al público que bailo de todo; ya no». En la «Rondeña», explica la bailarina, «yo salgo como ensayo, en bragas y sujetador, y acompañada por una guitarra. Es otro rollo». Se defiende de quien piense que lo que quiere es llamar la atención. «La estética de mi "Rondeña" me pedía algo así, no salir con una bata de cola. Porque me permite, además, mostrar mi cuerpo, que es mi instrumento. No salgo a lucirme, sino a mostrarme, que es distinto». Las mallas o la semidesnudez son habituales en la danza contemporánea, pero no en la danza española. «Pero fíjese, Mariemma, hace muchos años, bailaba la "Alborada del gracioso" en mallas. Y en aquella época si podía entenderse como una provocación...»
Reconoce Aída Gómez que se arriesga en este espectáculo. «Hay que hacerlo; por ejemplo con el vestuario, que está cuidado. También en el propio espectáculo: habrá a quien no le guste, pero sobre el escenario hay honestidad, que es lo que a mí me han enseñado: todo tiene que ser impecable».