«La puta enamorada»: el amor imposible del pintor y la actriz
El teatro Fernán Gómez abre el año con la puesta en escena de una obra inspirada en Velázquez y La Calderona, la amante de Felipe IV
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Escribió José Miguel Gómez Antuñano con motivo del estreno en Valladolid, hace casi un año, de «La puta enamorada», que María Calderón, «La Calderona», junto a «La Tirana» o María Ladvenant y Quirante, fue «una de las más reputadas actrices del periodo áureo del teatro español». Contaba también que es una de las pocas figuras de la interpretación de la época que ha pasado a la posteridad: «Su notoriedad se debe a las dotes interpretativas por las que alcanzó una notable popularidad entre pueblo y cortesanos; pero el ser la amante de Felipe IV también ha contribuido a resguardarla del olvido, además del retrato que le hizo el pintor de Corte, Velázquez . De las relaciones con el monarca nació un hijo, Juan José de Austria, el único de los bastardos reales legitimado por su padre, el Rey».
Y el encuentro entre María Calderón y el pintor Diego Velázquez es la columna vertebral de «La puta enamorada», una obra escrita por Chema Cardeña en 1999 y con la que consiguió el premio Max Aub, que otorga la Generalitat valenciana. Tras varios años en el cajón, el productor Salvador Collado ha conseguido ponerla en pie, dirigida por Jesús Castejón e interpretada por Eva Marciel, Javier Collado y Federico Aguado.
En la Corte de Felipe IV
La obra se desarrolla en el estudio del autor de «Las Meninas»; a él llega La Calderona para que Velázquez pinte su retrato, como ha dispuesto el Rey Felipe IV. Al artista no le hace mucha gracia, pero, cuenta Eva Marciel, que encarna a María Calderón, «al ser el pintor de la Corte no le queda más remedio que hacerlo. Cuando se encuentran Velázquez y La Calderona hay un choque entre ambos, y al mismo tiempo una atracción, que termina por convertirse en enamoramiento». Y hay, relata la actriz , un tercer personaje en esta función. «Es Lucio, el criado de la actriz , que está enamorado desde siempre de ella. Así se produce un trío amoroso muy complicado. También el de Velázquez y La Calderona es un amor imposible, porque ella es la amante del Rey. Estamos en la época de la Inquisición y Torquemada, y están muy presentes en la obra la hoguera, las consecuencias...».
El autor, Chema Cardeña, explica que la obra se sitúa en el Madrid de los Austrias. «En la España moribunda rodeada de oropeles, miseria, piras ardientes, rufianes, y sobre todo, hambrienta de libertad. Y es aquí donde radica el alma de esta pieza, en libertad. La que una mujer porta por bandera frente a un mundo pensado y hecho por hombres, donde ellas sólo son una triste mercancía. La libertad del hombre de la calle, que sobrevive día a día usando su ingenio frente al poder de los dineros y las herméticas clases sociales».
La libertad, la existente y la buscada, es el eje sobre el que pivota este triángulo amoroso: «Un triángulo peligroso –sigue el autor–, donde sobrevivir bajo el peso del poder, según la fuerza que en cada uno ejerce, como siempre, como desgraciadamente, siempre. Una historia donde cada uno vende y compra lo que tiene y calla lo que en verdad siente. Donde el miedo a ser libre estrangula a todos los sueños, como siempre».
Un paseo por la España del XVII
Si dos de los vértices del triángulo tienen origen histórico –Velázquez y La Calderona–, el tercero tiene su origen en la tradición teatral española. Y es que en «La puta enamorada», dice su autor, «se hace un recorrido por el momento histórico que se representa: el reinado de Felipe IV. También se recorren todos los aspectos de la vida social y cultural de la España del XVII. El teatro, la Inquisición, las clases sociales, la música, las celebraciones festivas y religiosas...»
Jesús Castejón ha partido para su puesta en escena de la imagen de un célebre cuadro de Velázquez, «La Venus del Espejo». «Partiendo de un amor imposible», cuenta el director, «el autor plantea un juego de pura comedia clásica con un lenguaje cercano y absolutamente comprensible, que nos libra del enorme esfuerzo de tratar de entender, sin estar entrenado para ello, teatro clásico en verso».