CRÍTICA DE TEATRO
«Cancún» y «El ministro»: comedias con fundamento
Las dos funciones cumplen con creces una de las premisas esenciales del género: ser divertidas
![«Cancún» y «El ministro»: comedias con fundamento](https://s3.abcstatics.com/Media/201412/05/ElMinistro3--644x362.jpg)
Llevan bastantes semanas en cartel las dos comedias agavilladas en este comentario que la acumulación de estrenos ha ido postergando. No quiero dejar pasar más tiempo, porque ambas cumplen con creces una de las premisas esenciales del género: ser divertidas y, además, se alejan de los esquemas del juguete cómico insustancial para visitar con ingenio, fundamento y mala uva territorios más ambiciosos.
Jordi Galcerán reúne en «Cancún» a dos parejas de amigos cincuentones que llevan más de veinte años viajando juntos. Con unas copas de más, Reme revela cómo forzó el destino de los cuatro cuando después de una fiesta escondió las llaves del coche de Vicente y este no pudo acompañar a Laura, haciéndolo en su lugar Pablo. Resultado: los dos últimos terminaron casándose, y Reme hizo lo propio con Vicente. Bromeando sobre lo que pudo haber sido, uno de ellos comenta la posibilidad de un cambio de parejas. Al día siguiente, Reme comprueba que tal cosa puede haberse hecho realidad…
Galcerán baraja los tópicos de las relaciones conyugales: convivencia rutinaria, insatisfacciones, celos, intimidades, deseos… y resuelve el envite con un sorprendente y arriesgado golpe de dados que apela con gracia a la lógica cuántica. Gabriel Olivares dirige con limpieza el enredo, estupendamente interpretado por María Barranco como una Reme tozuda y perpleja, Aurora Sánchez que explota su comicidad en el papel de Laura, Vicente Romero, muy atinado como su primario tocayo, y Francesc Albiol, un Pablo matizado y medido.
En «El ministro», Antonio Prieto desarrolla con notable pulso cómico las complicaciones que se le acumulan a Ramiro, un político embarcado en una canita al aire, cuando, tras invitar a comer a la joven profesora de francés de sus hijos, se dispone a rematar la faena en el pisito de ella y un atraco a un banco cercano hace que la zona sea acordonada por la Policía y frustre así sus planes de salir de incógnito para asistir a una decisiva conferencia de Prensa junto al presidente del Gobierno. El autor conjuga en la trama varias líneas de tensión que mezcla con gran eficacia: la carrera en peligro del ambicioso ministro, el amor interesado de la profesora, las tribulaciones de los dos ladrones que llegan al piso, un sustancioso botín… Un lío in crescendo en el que cada cual intenta salir lo mejor parado posible, con Ramiro ejerciendo a tope el arte de la persuasión. Silvestre G firma una dinámica puesta en escena secundada por unos intérpretes en su punto: Carlos Sobera encarna con pasmosa verosimilitud al ministro trapisondista, Marta Torné es una falsa ingenua llena de encanto, y Guillermo Ortega y Javier Antón, muy divertidos ambos, son los ladrones, unos pringados tontos pero no tanto.