CULTURA
El talento gaditano tiene voz en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida
El actor Néstor Rubio interpreta a Aquiles en Ifigenia, la obra en la que se traza un mapa desde el kilómetro cero de la violencia contra las mujeres hasta el regreso a casa del ejército perpetrador victorioso
El talento gaditano está presente en todas partes. En cualquier rincón del país. O del mundo. En este caso, se trata del actor Néstor Rubio, que interpretará a Aquiles en Ifigenia, la obra en la que se traza un mapa desde el kilómetro cero de la violencia de las mujeres hasta el regreso a casa del ejército perpetrador victorioso.
El gaditano se entregará por completo en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. Para él es «un sueño cumplido». Porque haber llegado al ciclo teatral más importante del país no es ninguna tontería. «Mérida es el origen del teatro. Pisar esta arena es pisar las piedras del teatro. Donde todo comienza. Es básicamente la raíz del teatro. Me considero una persona que adora el teatro desde siempre, por ello esto está siendo una experiencia única que jamás podré olvidar», expresa.
Néstor va a interpretar a Aquiles, uno de los protagonistas de la obra. Explica que el personaje representa la confrontación ante la injusticia. «Es el único hombre dentro del ejército que se enfrenta y cuestiona a Agamenón, al poder. En resumen, es una versión de sacrificio. Pero aún así, discierne entre lo que es un principio frente a lo que es un crimen y asume su responsabilidad de ser humano. Lo bonito de este personaje es que hace una argumentación y ataca desde la palabra», señala con orgullo el actor.
El sueño de todo actor o actriz es llegar a este festival. Y este gaditano lo ha cumplido. «Estoy enormemente agradecido por la oportunidad que me ha dado Eva Romero, directora de la obra. Porque interpretar a mi personaje ha sido ilusión y respeto al mismo tiempo. Y rodearme de mujeres que inspiren de esa forma, también es un regalo», agradece.
Rubio hace especial hincapié en la necesidad de conmocionar a través del teatro. «Con esta obra queremos que las niñas del futuro no necesiten ser valientes para vivir con libertad. Queremos que el espectador se sienta parte activa en el conflicto que representamos, que al fin y al cabo no es otro que la realidad que todavía seguimos viviendo día sí, día también».
A la pregunta, ¿sería otro sueño por cumplir actuar en el Gran Teatro Falla?, Néstor no duda en responder un rotundo «sí». Para cualquier gaditano o gaditana que se dedique al arte, actuar en las tablas del «templo» se trata de un propósito, de un sueño. «Será un gran día para mí, desde siempre lo he soñado».
Para llegar lejos, hay que soñar grande. Por ello, el gaditano no pierde la esperanza aunque también cree que «la cultura gaditana se tiene que seguir poniendo las pilas, porque al final es una pena que los actores nos tengamos que ir fuera para desarrollar nuestra carrera profesional. Cádiz también merece disfrutar de su talento», insiste.
Sobre la obra
Ifigenia es la primera muerte violenta de una mujer en la literatura occidental. Agamenón, su padre y jefe del ejército griego, sentencia y clava como una bandera la raíz de la violencia contra niñas y mujeres en el origen de nuestra civilización. Siguiendo el rastro de sangre de Ifigenia llegamos hasta el sacrificio de Políxena, princesa troyana, y el hallazgo nos incendia la rabia en la garganta: La Guerra de Troya terminaba como empezó, inundando el mar de sangre virgen.
Con Ifigenia se traza un mapa desde el kilómetro cero de la violencia contra las mujeres hasta el regreso a casa del ejército perpetrador victorioso. Una obra de nueva creación, tejida a partir de tres tragedias clásicas, por las que transita la épica de la victoria griega en la Guerra de Troya: Ifigenia en Aúlide, Hécuba y Agamenón. Una obra sobre el altísimo coste que tuvieron que pagar las mujeres para que los hombres alcanzaran la gloria.
Hécuba y Clitemnestra, reinas de vencedores y vencidos, madres de las asesinadas, albergan en su vientre una herida salvaje que se abre. La rabia muta en furia lenta. He aquí la transformación de las madres en fieras. Se abre el portón de acero de la venganza. Rasga el silencio el instinto voraz de una bestia atormentada y un grito atronador sediento de sangre asesina. Esta es la historia de las olvidadas y de sus madres condenadas.
Ifigenia, como también ha indicado el gaditano, es una grieta de luz en la cueva oscura a la que ha sido arrojado el dolor y la culpa de las mujeres. Un haz de luz para iluminarlo todo, para que sus nombres no se borren de la historia. Porque no es inocente el silencio.
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