FESTIVAL IBEROAMERICANO DE TEATRO

No solo de valentía vive la Ficción

David Montero se desnuda a través de una autoficción con el Alzheimer de trasfondo

G.C.

Germán Corona

Cádiz

Parapetado tras un vestuario casi militar y con una careta de esgrima nos recibe el protagonista de esta historia dentro de una especie de hornacina o cápsula metálica. Dicha estructura cuenta con sendas puertas, que están recubiertas cada una de ellas de pantallas de distintas dimensiones en donde podemos ver pasajes de lo que, suponemos, es parte de su vida. En torno a este habitáculo yacen un conjunto de luces de neón apostadas verticalmente y que enmarcan el resto del espacio escénico. A priori y a posteriori, una propuesta espacial que denota una cierta frialdad tanto por los materiales como por lo estático de la misma y que no aporta absolutamente nada al relato dramatúrgico de Montero más allá de las referencias audiovisuales ya mencionadas.

El hijo nos hace acompañarle en su dolor y en las vicisitudes que han supuesto para él el enfrentarse a la enfermedad de su madre y su posterior fallecimiento.

Este ejercicio de autoficción es ante todo un homenaje a su madre y, paralelamente, el planteamiento de algunas reflexiones sobre las cuales no se profundiza.

El ejercicio en sí mismo es valiente tanto por su temática como por su justificada necesidad de compartir con los espectadores ese sentir profundo y universal sobre el duelo y la pérdida. El problema aquí radica en el exceso de recursos que no por tener valor sentimental para el autor necesariamente tienen valor para el espectador. Sobran anécdotas y canciones y faltan cuestionamientos, que aunque los hay, son contados y escasos. También sobraba la frialdad de esa instalación escenográfica. Quizás podía haberse aprovechado más ese vestuario y esa máscara que parecían tener acorazado a Montero.

Pero al final el hijo, o mejor dicho el actor/autor, consciente de su propia carga emocional, se desnuda pero no del todo. A su interpretación le faltó alma.

Esto es lo que, sin lugar a dudas estropea el experimento: la interpretación.

Montero peca de histrionismo. O, al menos en la función que nos tocó, los vaivenes emocionales del actor son forzados y no logran conmover más allá de lo que el texto puede proporcionarnos.

Una propuesta osada pero a la vez excedida en partes y carente en otras. Lo que podemos concluir es que no basta con la valentía para desnudarse. Lo fundamental aquí, y quizás el más bello homenaje, hubiese sido una interpretación clara, limpia y con verdad interior en donde las emociones fluyesen por sí solas.

Ficha

El tiempo del hijo

David Montero

Central Lechera

Sábado 12 y Domingo 13 de Octubre.

DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN: David Montero

COLABORACION EN DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN:Javier Berger y Ana Donoso Mora.

ILUMINACION Y ACOMPAÑAMIENTO ARTISTICO: David Linde

FOTOGRAFÍA Y VIDEOS: Carolina Cebrino

EN ESCENA: David Montero

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