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Eva Yerbabuena: «El flamenco es muy digno y ahora debemos dignificarnos nosotros»
Entrevista con la bailaora, promotora de Unión Flamenca, crítica del nuevo álbum de Sandra Carrasco y comentario sobre la próxima Bienal
Desde Dos Hermanas, con el teléfono a la oreja y los pies ávidos de tablas y espacios en los que recrearse, la bailaora Eva Yerbabuena, promotora de Unión Flamenca, permanece confinada junto a su familia. Cargada de optimismo, trabaja en una nueva obra, «Al igual que tú». Su llamada a los compañeros del sector ha tocado miles de puertas y ahora encabeza una asociación que pasará a la historia como el primer antídoto contra las dificultades de los artistas del flamenco.
¿Qué va a bailar cuando todo esto acabe?
Una seguirilla. La cabal de Silverio: «Ábrase la tierra, que no quiero vivir, que para vivir como yo estoy viviendo...».
Los atletas se quejan del detrimento de su forma física, ¿usted entrena en casa?
Lo hago, pero no es lo mismo sin mi estudio. Poco puedo hacer desde aquí.
¿Estaba de gira cuando empezó el confinamiento?
Tuvimos que cancelar varias actuaciones en Holanda, en España, en Francia... Todo se está aplazando para octubre y, más bien, noviembre. Ojalá podamos actuar en esas fechas.
El golpe a su sector ha sido duro, pero han reaccionado rápido. ¿Qué espera de Unión Flamenca?
El flamenco es un arte muy digno y ahora tenemos que dignificarnos nosotros, los artistas, pero no solo durante el espectáculo, sino durante todo el proceso. Llevamos siglos desorganizados y nunca antes habíamos creado una unión como esta, que nos represente desde un marco jurídico, que vele por nuestros derechos. En el pasado, se hicieron iniciativas similares, pero no de las características de esta. Era una necesidad antigua que esta crisis ha precipitado. Queremos crear un régimen específico que atienda nuestras singularidades. Pagamos impuestos, somos parte de la industria de este país y lo merecemos como cualquier otro trabajador.
¿Cuál ha sido su papel hasta ahora?
Yo soy la encargada de unir cables, de conectar a unos con otros. A los flamencos se nos ha vendido como incultos cuando no es así. Se nos ha vendido de pobrecitos y eso se aleja mucho de la realidad. Para soltar lastre y avanzar, tendremos desde hoy esta voz fuerte y de todos, al unísono.
La respuesta ha sido arrolladora.
Eso ha sido lo más emotivo, porque han avalado el proyecto las grandes figuras, los pesos pesados, las promesas, los que están empezando. Todos.
¿Es de las que ve ya la luz al final del túnel?
Soy muy optimista, pero soy consciente que esto nos va a cambiar. Cómo voy a bailar de la misma forma cuando salga. Cómo no va a tener miedo el público de ir a un teatro, si yo misma lo tengo. En fin, el flamenco ha pasado varias pandemias y esta la ganaremos.
«La luz del entendimiento», de Sandra Carrasco: qué oscuridad de luz
Como hiciera Carmen Linares de forma magistral en «Cantaora» y Estrella Morente en «Mujeres», Sandra Carrasco ha registrado una antología de cantes de creación femenina para que ciertas genialidades no caigan en el olvido. Una idea que llega junto al piano de Pedro Ojesto y que no está tan bien resuelta como las que le anteceden. Estamos ante un repertorio lleno de enjundia, una colaboración exquisita de la linarense en las cantiñas de la Mejorana y una artista, la onubense, que tendrá la posibilidad de llegar al gran público con su voz actual y fresca, pero que está lejos de convertirse en una cantaora de referencia . Cómoda en sus recursos en los tonos altos y algo más dudosa a la hora de bajar. Madura a ratos, verde a veces.
Su eco, en la línea de la ya mencionada Estrella Morente, con requiebros que nos evocan directamente a ella, acerca aquí los legados de La Niña de los Peines por tientos, Adela La Chaqueta en los cuplés por bulerías con sus característicos trabalenguas, la Perla de Cádiz, la Repompa de Málaga, Añica La Piriñaca por seguirilla y María la Sabina, entre otras. Lo mejor de su proyecto es que tal vez cause interés en una audiencia joven por descubrir a figuras como esta última, una gitana de mirada agónica de la que pueden disfrutar en Internet con su aparición en la serie «Rito y geografía del cante», donde alumbró con unos fandangos por soleá. Tan dolientes, tan en desuso. La oscuridad de este álbum, sin embargo, se parece más a una niebla vestida de buenas intenciones.
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