Flamenco SinCejilla

El verano con menos flamenco de la historia

Los festivales se cancelan y algunos se reinventan en Internet con contenidos «online» para evitar un año en blanco

Hotel Triana durante La Bienal ABC

Luis Ybarra Ramírez

Son tiempos de cancelar, aplazar o reinventarse. En las últimas semanas, hemos visto cómo las principales citas flamencas del verano anunciaban sus resoluciones a merced de la pandemia y su posible evolución. Como no podía ser de otra forma, las más próximas, como la Reunión de Cante Jondo de la Puebla de Cazalla , que debía inaugurarse el 3 de julio, se han suspendido. La Caracolá Lebrijana , que en esta edición rendía tributo al guitarrista Pedro Peña, así como Los Júas y su feria, que tendría lugar en septiembre, El Potaje Gitano de Utrera, el más antiguo de todos ellos, y La Mistela de los Palacios, que todavía no descarta celebrarse en el mes de octubre, han tomado decisiones similares.

La Fiesta de la Bulería de Jerez , que junto a sus actividades paralelas convierte a la ciudad en capital mundial del flamenco durante el mes de agosto, también ha sufrido los efectos del COVID-19. Desde el ayuntamiento, se ha explicado que tratarán de mantener el mismo cartel para 2021, pero que poco pueden hacer para este verano.

En el Festival Internacional del Cante de las Minas , conscientes de que no podían asegurar los cánones de calidad que han construido a lo largo de las ediciones anteriores, también han optado por la cancelación. Sin embargo, Pero López Millán, su presidente, ha dado a conocer que en las fechas del certamen «ofreceremos actuaciones “online” y cursos, y crearemos un canal de televisión propio donde utilizaremos contenidos de archivo».

La Bienal de Sevilla ha asegurado que harán una reprogramación (sin haber presentado aún la programación original), pero no ha puesto aún las entradas a la venta. Según Antonio Muñoz, concejal de Cultura, se desarrollará, aunque sea en «streaming» y en espacios abiertos con aforos reducidos para cumplir con las medidas sanitarias. El Gazpacho de Morón aún no se ha pronunciado, aunque su destino parece el mismo que el de la mayoría. Tampoco lo ha hecho el Festival de Cante Jondo de Mairena .

Ante este panorama tan desolador, la Junta de Andalucía anunció la semana pasada un paquete de medidas para ayudar a los artistas, las peñas y los festivales. Patricia del Pozo, consejera de Cultura y Patrimonio Histórico, aclaró las líneas dirigidas al flamenco del Plan de Impacto de la Cultura. El pago de las ayudas pendientes del periodo 2014-2019, 455.000 euros para actividades en formato «online» y los 2,5 millones en apoyo a los espacios afectados y a la creación, así como el impulso económico a los ciclos organizados por la propia consejería, son algunas de ellas. Desde Unión Flamenca , no obstante, se denuncia que la figura del artista queda desprotegida. Será el estío más largo de la historia.

«Vivir», de Naike Ponce: justo lo contrario

La cantaora y bailaora Naike Ponce irrumpió hace tiempo en el flamenco con una estética rompedora. El resto, sin embargo, no lo es . He leído en una entrevista que ha versionado las galeras del Lebrijano porque «en mitad de este trabajo descubrí ese cante y me inspiró». Quizá este es buen retrato del momento histórico en el que vivimos. Se confunde conocer y saber. Todo es cáscara y líquido descafeinado, las cosas van rápido y a menudo de perfil.

La sanluqueña ha incluido una canción por bulerías, «Amor», un registro en el que parece cómoda, unas bulerías de Cádiz, una taranta que remata con la alboreá, cante gitano por excelencia, una zambra con detalles lejanos, muy muy lejanos, de Manolo Caracol, soleá por bulerías, seguirillas y cantiñas. Y el principal problema se evidencia cuando uno profundiza en cada uno de ellos. Tiene recursos, sí, pero insuficientes para armar una secuencia enjundiosa de estilos, lo que provoca que suene muy parecida en todos los palos . Da igual si es una seguirilla del Torta, un rescoldo de Manuel Torre o un detalle caletero, todo se asemeja y tal vez por ello no resulta extraño el cambio de la taranta a la alboreá. Si todo posee un único color, nada desentona.

La tendencia a recoger la voz, además, hace que la mayoría de las letras sean inentendibles , a lo que se le suma que abusa de rematar los tercios en mitad del último verso. Esquiva el cante cuando este exige demasiado y la guitarra de Javier Patino, eso sí, la envuelve con gusto. Tiene sus seguidores y, como todo lo que tiene su personalidad, te interesa o justo lo contrario .

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