Tribuna libre
El Ultraísmo de «Grecia», luna de miel con Pessoa y un ascensor angélico del cielo de Lisboa
Fue la primera plataforma de este movimiento tan netamente español y paralelo a las vanguardias europeas
Se conocen pocos detalles del nacimiento de «Grecia», la revista más antigua del Ultraísmo y su capacidad de mantenerse como primera plataforma de este movimiento tan netamente español y paralelo a las vanguardias europeas tras la Primera Guerra Mundial. Los sevillanos Isaac del Vando Villar, que acababa de regresar de Sudamérica, y su fraterno amigo Adriano del Valle, que se encontraba realizando el servicio militar, se pusieron manos a la obra sin tener idea de la importancia que tendría la revista como abanico de la nueva poesía «más allá» de nuestras fronteras. Fue además el escenario donde se estrenó Jorge Luis Borges con su poema «Himno al Mar» dedicado a Adriano y donde aparecieron las primeras ilustraciones de su hermana Norah, «dominadora Vésper divina» musa de los ultraístas sevillanos.
Como homenaje al centenario de este movimiento y como reflexión en voz alta del puente artístico que se construyó entre España y Portugal, el Instituto Cervantes de Lisboa, bajo la dirección general de Javier Rioyo y cultural de Gonzalo del Puerto, inauguró el pasado día 13, la exposición «El Ultraísmo español y Portugal. Cien años de un movimiento de vanguardia», y que estará hasta el 18 de enero. Se trata, como resaltó José Luis Bernal de un nuevo foco para profundizar en el estudio de este movimiento que fue el punto de arranque de la Edad de Plata y un precedente de la llamada «Generación del 27». Y conectado temporalmente con el modernismo portugués en sus distintas fases estudiadas por la historiadora del arte Mariana Pinto dos Santos.
En la exposición encontramos una muy completa selección de números de la revista «Grecia» y como una de las piezas clave, la fotografía de los protagonistas de la memorable Fiesta del Ultra celebrada en el Ateneo sevillano el 2 de mayo de 1919 y de la que da noticia el número 15. Fotografía que puede ser considerada como un precedente de la legendaria con motivo del homenaje a Góngora en 1927. Facsímiles de la revista Ultra y alguno de la revista Contemporánea la más brillante revista de cultura editada en aquel momento, como la definió el autor de «Primavera Portátil». También algunos de los libros editados, como «Ultraísmo de Sevilla» del profesor José María Barrera y que pertenecen al Instituto Cervantes lisboeta.
La parte principal de la muestra, comisariada por Antonio Sáez Delgado la configuran tres salas dedicadas a los autores que más vinculación personal tuvieron con el vanguardista modernismo portugués. Ramón Gómez de la Serna, que tuvo casa en Estoril, autor de «Ismos» y admirador y amigo del gran Almada Negreira, recordado por Joâo Cotrim. El madrileño es considerado precursor de este movimiento junto al gran maestre del ultra: Rafael Cansinos Assens. A su hijo debemos la cesión de interesantísimos ejemplares para la muestra. La segunda sala está dedicada al onubense Rogelio Buendía autor de Lusitania, otro de los protagonistas de estas relaciones como primer traductor de Fernando Pessoa en España, de quien se muestran copias de algunas de las diez cartas remitidas a su amigo el Adriano del Valle que es el tercer protagonista de la exposición y a la que se dedica, «la sala plástica» de la exposición.
Considerado como el gran interlocutor de toda esta relación, podemos acercarnos a su trayectoria artística, desde las fotografías de un joven Adriano, hasta sus últimas acuarelas y que le hacen merecedor del artículo que le dedicó Daniel Vázquez Díaz: «Apasionado de los colores». Alguna de las huellas de su paso por Portugal desde aquella luna de miel cuando los recién casados tuvieron su primer hogar en el Hotel Universo, junto al Rossio. «Durante el mes que pasé en Lisboa, todas las tardes Fernando me iba a buscar al hotel y juntos conversábamos y trabajábamos durante dos o tres horas. ¡Todas las tardes! Sin contar las largas tertulias en el Martinho da Arcada, cuando yo bajaba hasta el Terreiro do Paço para completar mi iniciación en las tertulias literarias de entonces…». Imagino a su santa esposa Pepita, esperando la llegada esposo. Después tenemos esas postales de sus viajes profesionales a Portugal de los años treinta como representante de la empresa Ajuria de maquinaria agrícola recordando a su mujer y a sus hijos, y de los años cuarenta y cincuenta representando al Instituto Nacional del Libro Español. Todos esos viajes le llevaron a plasmar su devoción en su oda «Canto a Portugal» considerada en su día como el más bello poema sobre ese país en lengua castellana: «En ti, Portugal, saludo la segunda patria mía».
Adriano del Valle posando para José Caballero en su retrato surrealista es otro de los recordados momentos de la exposición, recién publicado su primer, tardío y mítico libro «Primavera Portátil» en 1934. Estamos en el momento de su mayor expresión plástica con sus afamados collages a la manera de Max Ernst con títulos tan apasionantes como «Radiografía de un Sueño», «El paraíso a la sombra de los aerostatos», «La Nueva Dulcinea» o «Esparcimientos del Far West», tan acordes con el concepto de vanguardia y tan vigentes en la actualidad. Su autor pensaba que «el collage es un despiste del sentido visual análogo al trabalenguas. El collage es el trabaojos».
Fue en Lisboa en uno de aquellos viajes en marzo de 1930 cuando recibe una triste noticia: «Villalón murió en España dice la nueva fatal». Aquel telegrama le llegó «por cielos de Portugal». Quién sabe si el extraordinario ascensor de rua Santa Justa le inspiraría en su más célebre conferencia «Telefonía Celeste», homenaje póstumo a su amigo y que fue interrumpida en dos ocasiones ante la sorpresa del numeroso público que abarrotaba el Ateneo de Sevilla el 12 de enero de 1935. cuando simuló recibir dos telegramas. En el primero Fernando Villalón «desde el cielo del mar del Japón del norte donde cantaba su canario» le prometía asistir a su conferencia. Minutos más tarde llegaba el segundo telegrama «Desde el cielo de Sevilla Adriano del Valle y amigos. Después de galopar incansablemente para asistir conferencia experimento gran contrariedad por falta de previsión. Mi jaca la marismeña no cabe dentro del ascensor angélico del cielo sevillano. Disculpadme ante amigos. Villalón».
Fuera o no cierta esa inspiración, yo creo que sí, de lo que estoy seguro es de que Adriano pensó voló desde las nubes de Madrid para oírnos en Lisboa. Pero al llegar a su cielo se encontró con una avería inesperada de ese otro ascensor angélico que le impidió descender para saludar a los que en aquella noche templada evocaban su memoria.