Crítica de música

La OJA en el Teatro de la Maestranza: el verdadero triunfo de los jóvenes

Clama al cielo que este proyecto de futuro de nuestros jóvenes músicos solo ofrezca un concierto al año

La OJA durante un concierto Rafael Carmona

Carlos Tarín

Sentimos insistir todos los años en lo mismo, pero no dejaremos de hacerlo mientras la situación continúe: la Orquesta Joven de Andalucía (OJA) es el proyecto de mayor interés para el futuro de cuantos podamos encontrar en nuestra comunidad, y el hecho de reducir el enorme esfuerzo organizativo y de trabajo de nuestros mejores jóvenes músicos a un solo concierto al año sigue clamando al cielo: ¿y las demás provincias?

Seguro que habrá partidas más prescindibles en los presupuestos institucionales para poder destinarlas a quienes, año tras año, nos sorprenden por su calidad y denuedo . Estuvieron presentes en el concierto todos los titiulares de la orquesta en estos 25 años de existencia que ahora se celebran -un gesto que honra a la organización-, con Pedro Halffter nuevamente en el podio.

Y, dicho esto, no entendimos el programa . Podemos discutir si hubiera convenido algo más festivo para un aniversario o era preferible una obra difícil, que mostrara el nivel orquestal; pero lo que nos parece fuera de lugar es un programa de cantidad, porque la «Séptima» de Mahler no admite compañeros de viaje, por mucho que intentemos buscarle relación con otras obras.

Entre otras cosas, como se demostró, porque es una obra extraordinariamente compleja , difícil no sólo de ejecutar, sino de resolver en cuantos anudamientos el compositor va planteando, y hay que hacerlo de manera templada y convincente.

Pero es que además esos dos momentos de «Parsifal» , que Halffter terminó uniendo, resultaron plúmbeos, inánimes , sin brillo alguno ni posibilitados de crear las expectativas que entrañan.

Y al pasar a Mahler se lanzó a todo lo contrario, ya desde el inicio, cuando ese «pathos» apenas surge, ese que subyace en casi toda la obra, ese que no habla del día y la noche, sino como metáforas del hombre frente al mundo, a la sociedad, a sí mismo, y cuya batalla no termina en un triunfante final («triunfalista», le llama Pérez de Arteaga) ni tampoco es trágico: es tremendamente descarnado .

Por ello, su lectura nos resultó ligera, efectista , mucho más brillante que en Wagner, hasta alcanzar la pirotecnia (y aquí se pudo ver la referida altura de los jóvenes músicos), acertando sólo en la coincidencia procústea, es decir, cuando el carácter de la música se ajustaba a su manera de dirigir.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación