Un siglo de «Grecia»
Hoy hace cien años se publicó en Sevilla el primer número de la revista en la que nació el ultraísmo y que inauguró la literatura de vanguardia en España
Aquel 12 de octubre de 1918 Europa estaba literalmente desangrada después de cuatro años largos de guerra. Cuando parecía que el progreso iba a ser pacífico e infinito , las potencias europeas se liaron en un conflicto bélico que terminó un mes más tarde del lanzamiento del primer número de la revista «Grecia». Y todo por un asesinato en Sarajevo… Por una vez, Sevilla se adelantaba al estado mental que produciría en el viejo continente aquella guerra atroz que destrozó, además de las vidas de millones de jóvenes europeos, los cánones en los que se había basado el arte hasta entonces.
Ya no servían las viejas recetas románticas o modernistas. Había que cambiar el mundo para que el hombre no volviera a ser un lobo para el hombre, y en ese cambio radical también debería entrar la estética. Había que ir más allá para superar la angustia de la lucha y de la muerte . Y así nació ese ismo que dio origen a la revista «Grecia»: el ultraísmo.
Dirigida por Isaac del Vando-Villar y su amigo Adriano del Valle, «Grecia» salió a la calle hace un siglo. El primer número costaba diez céntimos. La ciudad que dio a luz esta revista vanguardista estaba enferma. Tuberculosa la llamó Romero Murube posteriormente. Sevilla se abría a la luz —versión eléctrica— que brillaba al final del túnel , pero la Exposición Iberoamericana se retrasaba. Tardaría nueve años en abrir sus puertas para que Sevilla se expandiera hacia el sur. Con «Grecia», la ciudad empezó a expandirse hacia el terreno de las vanguardias y de los ismos, entre los cuales destacaba el citado ultraísmo.
Descoyuntar la sintaxis
Había que descoyuntar la sintaxis, había que crear imágenes fulgurantes nunca vistas, había que llevar a la palabra hasta el extremo que rompe la relación del significante con el significado . Y había que hacer todo eso sin perder la sensualidad del sur.
Esa fusión entre lo nuevo y lo tradicional definirá las letras sevillanas durante los prolíficos años que van desde 1918 hasta 1936. En «Grecia» publica su primer poema Jorge Luis Borges, que recrea la visión de la Plaza Nueva desde su balcón del hotel Inglaterra : no podría haber ido a mejor sitio un anglófilo como el poeta que aún no había escrito «Fervor de Buenos Aires», su primer poemario.
En «Grecia» escribe Cansinos-Asséns, tan admirado por Borges. Cansinos es el gran responsable del ultraísmo y de la vanguardia, necesaria en aquella ciudad anclada en movimientos decimonónicos que ya no daban más de sí . Había que abrir puertas y ventanas, había que forzar la lengua y sus recursos, y eso fue lo que hicieron estos seguidores de Apollinaire.
El escritor que revolucionó las artes literarias y plásticas en Europa con sus caligramas también publicó en «Grecia». Sevilla estaba a la vanguardia de la estética que buscaba cerrar la fosa de la guerra con una nueva visión artística alejada de los convencionalismos burgueses que habían dado lugar al conflicto . Y curiosamente es Sevilla, la muy tradicional ciudad de Sevilla, quien acoge a las vanguardias con esa revista que se convirtió en la avanzadilla de la nueva literatura española.
Solo hay que asomarse a sus páginas para comprobar el atrevimiento de un Guillermo de Torre o de un Juan Larrea. Nombres de primera fila para una publicación que se imprimía en la ciudad que Juan Ramón Jiménez bautizó como la capital mundial de la poesía . Precisamente Juan Ramón se define más identificado con los poetas de «Grecia» que con sus coetáneos, a los que llama tristes y alicaídos. ¿Sucedería eso mismo en la época actual? Buena pregunta.
Este aniversario que hoy se celebra en forma de centenario debería llevarnos a la inevitable reflexión. ¿Sevilla ha heredado ese espíritu moderno y vanguardista, o nos hemos quedado anclados en una falsa tradición que no va más allá de los modelos desgastados y triturados por el uso? Es cierto que las vanguardias fueron, y siguen siendo, esos fuegos de artificio donde arde el brillo del ingenio pasajero . «Grecia» tuvo su continuación en los poetas del grupo «Mediodía» que editarían la revista del mismo nombre. Y permitió que fraguara, al calor de ese vanguardismo atemperado por la tradición gongorina, la Generación del 27. Todo ello sucedió en Sevilla, lo cual demuestra que Juan Ramón no andaba muy despistado hablaba de la capitalidad poética de Sevilla.
De aquella época queda el regionalismo arquitectónico que triunfó en el gusto popular, y el costumbrismo pictórico que prolongó la pintura de casacones que veía del siglo anterior. Queda el resurgir de las fiestas cívicas y religiosas, como es el caso de la Semana Santa o la Feria. Sevilla se reinventó a sí misma en un golpe de vanguardia que casi nadie ha visto . No lo hizo para echarse en manos de los ismos que la habrían llevado a ser una ciudad muy distinta, sino buscando en sus raíces del pasado para reinventarse el presente. «Grecia» ayudó mucho a la puesta en marcha de aquel proceso. Hoy habría cumplido un siglo de vida.