Música

Sevillanas del confinamiento: para casa como Camarón

En «Vámonos pa casa» el cantaor recogió el mantra que todos llevamos semanas repitiendo

Camarón de la Isla antes de una actuación Pablo Juliá

Luis Ybarra Ramírez

Camarón de la Isla dijo muchas cosas y, sin quererlo, registró en su discografía la recomendación que de pronto se volvió norma de obligado cumplimiento. Esa frase con espíritu de mantra que en las últimas semanas se ha reproducido de forma literal en los medios, en las redes sociales y desde las autoridades competentes. Suenan pitos rocieros y un discreto tamboril, una guitarra con afán de charco y marisma y la voz áspera y fina de José Monje Cruz con su consejo: «Vámonos pa casa» . Esa es la sevillana imperativa que todos hemos de acatar en el mismo espacio en el que debía haberse celebrado la Feria en un escenario muy diferente.

Pertenece al disco «Rosa María», del año 1976, una grabación que se ubica dentro de esa primera etapa en la estuvo acompañado por Paco de Lucía . Juntos formaron un tándem dorado que duró hasta la llegada de «La leyenda del tiempo». Fue una década de enorme riqueza para ambos, pues el padre del de Algeciras, Antonio Sánchez, quien además firma esta letra, les mostró una serie de álbumes flamencos que el isleño no había escuchado antes y también algo, bastante, de disciplina. Así ensanchó su conocimiento de un género que llevaba bajo la piel, comenzando desde ese instante su verdadera revolución al jadear con frescura lo que se había cuajado durante siglos.

Probablemente, el último corte de una cara B, hablamos de discos de vinilo, claro, no es la mejor posición para pasar a la historia. Esta sevillana , sin embargo, rompió los esquemas de los gurús de la industria musical y hoy suena actual en los que se acercan para conocerla y los que vuelven a ella para disfrutarla de nuevo. Tras la sugerencia de que regresemos a nuestros hogares, la mención a unos ojos profundos en los que puede verse el futuro y la narración de uno de esos sueños de los que siempre da rabia despertarse, llegan las últimas estrofas para restregarnos un aroma de bienestar entre mejilla y mejilla.

Un silencio, una garganta y la construcción definitiva de la armonía: «La ilusión de la vida es un momento que si no se aprovecha son sufrimientos» . Por ello, la conclusión parece más que lógica: «Y yo quiero vivirla siempre contento». En definitiva, deducimos que Camarón nos está gritando desde su porche añil que nos vayamos a casa. Que mañana, que será otro día, ya tendremos tiempo de ir al Rocío, de festejar, y que, por favor, deglutan con fruición los pequeños momentos, fragmentos que encadenados construyen la vida.

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