Música
Sevilla demuestra que la llama de Jesús de la Rosa arde imperecedera
El grupo Zaguán, la Orquesta Sinfónica de Triana y numerosos artistas junto a Eduardo Rodríguez Roadway rinden un sentido homenaje al artista y su banda Triana
A mediados de los setenta, en los albores de la transición hacia la democracia, nacía un nuevo y emergente sonido en la música española bautizado como rock andaluz , un estilo en el nadie alcanzó una posición tan hegemónica como Jesús de la Rosa . Nadie brilló tanto y tan lúcidamente como lo hizo, lo hace y lo hará el eterno músico y poeta de la calle Feria y su genial banda Triana. Ayer, treinta y cinco años después de perder la vida en la carretera cuando regresaba de un concierto benéfico en San Sebastián y cuando se cumple el setenta aniversario de su nacimiento , Sevilla rindió un sentido homenaje a uno de sus artistas más importantes.
Ante un teatro Lope de Vega lleno a rebosar —estaba todo el papel vendido desde hacía casi dos meses—, la noche comenzó con unas palabras de Javier García Pelayo , descubridor y mánager de la banda, y Eduardo Rodríguez Roadway , componente de Triana, quien visiblemente emocionado recordó a su querido Jesús: «Era una persona y un artista fuera de lo común. Siempre le llevaré en el corazón, un amigo fiel es un alma para dos cuerpos. Seguro que estará orgulloso de lo que va a pasar aquí esta noche».
Tras el primer pellizco, comenzaba propiamente el concierto. El grupo Zaguán y la Orquesta Sinfónica de Triana , de dónde si no, hicieron un acertado repaso cronológico por la discografía de Triana. Lo de Zaguán, no por sabido merece ser pasado por alto. Esta banda liderada por el gran Miguel Ángel Gómez lleva años rindiendo homenaje a la mítica banda sevillana con una fidelidad y un talento que abruma —también tienen un par de discos propios de muchísima calidad—. Por momentos parece como si el propio Jesús de la Rosa agarrase el micro y los teclados, Eduardo Rodríguez volviera a tocar la guitarra y Tele tomara las baquetas (¡menudo espectáculo brindó anoche Armando Gómez al mando de la batería!).
Por su parte, la Sinfónica de Triana también estuvo a la altura. Sonó a las mil maravillas y consiguió un armónico contraste entre la música rock de Zaguán y los instrumentos de la orquesta. Chapó.
Comenzaron desglosando «El Patio» , el histórico disco con el que Triana inició su camino. Tocaron temas infinitos como «Sé de un lugar», «Diálogo» o «En el lago», archivadas entre las grandes canciones de Triana por sus melodías perfectas, por ese sentido poético de la existencia, por esa capacidad para describir lo onírico.
Cerró este primer bloque una colaboración de primerísimo nivel. Lole Montoya interpretó con su extraordinaria voz y ese halo de misterio que le caracteriza sobre el escenario «Todo es de color» , una canción que en un principio pasó de puntillas por el primer LP de Triana pero que poco después sería un éxito versionado por Lole y Manuel. Sin duda, uno de los momentos estelares de la noche.
Luego, Gonzalo García Pelayo , productor de los mejores discos del grupo y uno de los culpables del sonido rock andaluz junto a Teddy Bautista, también quiso subir al escenario para recordar los inicios de la banda y el «éxito rotundo» que obtuvieron.
Fueron cayendo en cascada éxitos trianeros. «Rumor» —interpretado por el integrante de Medina Azahara Randy López —, «Hijos del agobio», «Una noche de amor desesperada», «Llegó el día», «Señor Troncoso» —en la que colaboró la guitarra de Noly de Mártires del Compás — y un sinfín de temas que hicieron vibrar al público.
«Tu frialdad» , el único número uno de la banda, fue interpretado conjuntamente por Miguel Ángel Gómez y Manuel de la Rosa , hermano del homenajeado, en una versión que todo el Lope de Vega coreó entusiasmado.
Ya en la recta final, con «Abre la puerta» se alcanzó el summum de la noche. Una soberbia versión del tema más importante del grupo hispalense que contó con una coreografía flamenca a cargo de una bailaora que apareció por sorpresa desde el patio de butacas. Rock andaluz hecho flamenco, la delgada línea que a veces separa a los dos estilos se hizo invisible. Todo el teatro puesto en pie para ovacionar tamaño espectáculo.
Anoche quedó demostrado sobradamente que para la exquisita música que ingenió Triana hace más de cuatro décadas no pasan los años, que su capacidad para conmover al oyente sensible sigue intacta y que en directo sigue teniendo una fuerza inconmensurable.
Y todo ello gracias a Jesús de la Rosa, porque de su puño y letra corrió la tinta que escribió el sermón de la montaña del rock andaluz. Él firmaba aquellos versos llenos de sutilezas rítmicas, de exquisitos colores intraducibles, de inventiva métrica, que mostraban en su concepción un mundo entre lo onírico y lo terrenal, entre el amor y Sevilla. Porque Triana es sueño, es romanticismo y es la calle Pureza, la calle Feria la Alameda de Hércules, el Guadalquivir y la plaza del Pozo Santo . Una obra suprema que perdura en los altares que, sin embargo, no deja de parecerse a lo que surge del suelo común, de la vida.
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