LITERATURA

Sevilla, capital poética de la Edad de Plata

Se cumplen noventa años del viaje a la capital hispalense que hicieron los poetas del 27 para celebrar el acto fundacional de una época

La histórica fotografía tomada en el Ateneo de Sevilla con los poetas ABC

EVA DÍAZ PÉREZ

Aquel diciembre de 1927 llovió intensamente en Sevilla . El Guadalquivir estuvo a punto de desbordarse y las madrugadas fueron más largas de lo normal. Al menos para los jóvenes poetas que se reunieron en la declarada capital poética de España. Se cumplen noventa años del encuentro en Sevilla de los poetas de la Generación del 27 y de la famosa fotografía del acto fundacional de uno de los episodios más luminosos de nuestra historia cultural.

En Sevilla culmina el año Góngora y arranca la leyenda de la Generación del 27. Después de todo un año dedicado a reivindicar al poeta barroco cordobés, se reunieron en la ciudad invitados por el Ateneo y por el torero Ignacio Sánchez Mejías . «¡Fue un gran año aquel 1927! Variado, fecundo, feliz, divertido, contradictorio…», escribió Alberti .

Sánchez Mejías junto a José María Romero , responsable de Literatura del Ateneo, invitaron a la «brillante pléyade» para hablar de Góngora y presentar la nueva estética. Aún eran jóvenes poetas a los que casi nadie conocía.

Salieron de Madrid en tren el 15 de diciembre y llegaron por la noche a la Estación de Córdoba. Guillén contó en cartas a su prometida Germaine Cahen el ambiente festivo: «Excursión estupenda. Parecemos un equipo de futbolistas (…) Ni antes, ni después de ahora volveré a contemplar todo un departamente de un vagón, lleno de entes animales llamados poetas. En Córdoba. Aquí terminó. –Todos dicen: ¡Viva D. Luis de Góngora!».

Guillén resumiría los días sevillanos: «Yo creía que un poema terminaba en un signo ortográfico: un punto, una admiración, unos puntos suspensivos… Pues aquí mis poemas están terminando en autos, en cenas, en bebidas, en excursiones, en hostal». Y Dámaso Alonso :«Después nos sumergíamos profundamente (hasta el amanecer) en el brujerío de la noche sevillana».

Se alojaron en el Hotel París de la Plaza de la Magdalena . Y los recitales y conferencias se celebraron en la Sociedad Económica de Amigos del País en la calle Rioja porque la sede del Ateneo estaba ocupada con los preparativos de la cabalgata de Reyes Magos .

Alberti en «La arboleda perdida» evocó las jornadas: «El público jaleaba las difíciles décimas de Guillén como en la plaza de toros las mejores verónicas. Federico y yo leímos, alternadamente, los más complicados fragmentos de las «Soledades» de don Luis, con interrupciones entusiastas de la concurrencia. Pero el delirio rebasó el ruedo cuando el propio Lorca recitó parte de su «Romancero gitano» , inédito aún».

Fiesta en la finca de Sánchez Mejías

Sin embargo, hay un más allá de la fotografía. Por ejemplo, la fiesta en la finca de Sánchez Mejías en Pino Montano con disfraces morunos. Además de que hubo sesión hipnótica por parte del poeta-teósofo Fernando Villalón , velada flamenca con Manuel de Torre y el Niño de Huelva y un sorprendente epílogo para una noche surrealista: la visita al manicomio de Miraflores. Fue una sugerencia de Sánchez Mejías porque en esos días estaba escribiendo la obra de teatro «Sinrazón» en la que abordaba el tema de la locura.

Hubo un almuerzo en la Venta de Antequera organizado por «Mediodía», la revista sevillana del 27. Romero Murube, Collantes, Porlán, Sierra o Laffón ejercieron como anfitriones y Dámaso Alonso fue coronado de laurel.

Otro momento especial fue la noche en la que recorrieron las tabernas de Triana . Al regresar y después de «haber bebido largamente» decidieron tomar una barca. A mitad del río se dieron cuenta de que el Guadalquivir «inmenso toro oscuro» venía crecido a causa de las lluvias. Las risas quedaron congeladas, según relató Dámaso Alonso años más tarde: «Federico no disimulaba su miedo. (…) Imagen de la vida: un grupo de poetas, casi el núcleo central de una generación, atravesaba el río. La embarcación era un símbolo».

Una estremecedora lectura alegórica de la terrible guerra sucedida años después de los felices días sevillanos. Un mítico viaje que Guillén plasmaría en su poema «Unos amigos»: «¿Aquel momento ya es una leyenda? (…) Un buen azar que resultó destino:/ Relaciones felices/ Entre quienes, aun mozos/ Se descubrieron gustos, preferencias/ En su raíz comunes./ ¡Poesía!/ Y nos fuimos al Sur. (…) Concluyó la excursión,/ Juntos ya para siempre».

Sevilla, capital poética de la Edad de Plata

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